La respuesta de los niños a la pandemia ha sorprendido a todo el mundo
En una primera instancia, todos pensábamos que sería complicado que los niños asumieran responsabilidades y que mantuvieran una distancia de seguridad, que no se quitaran la mascarilla, pero la realidad es que han superado todas las expectativas con creces (y que siga siendo así).
Los niños esperaban como agua de mayo la vuelta al colegio para salir de la monotonía, volver a socializar y continuar su crecimiento en las aulas. No nos vamos a engañar, es un momento muy complicado para ser niño o adolescente. Ya no se pueden hacer muchas de las cosas que antes nos parecían indispensables y normales. Normales, sí. ¡Cuánto daño ha hecho ser ambiciosos sin apreciar del todo lo que teníamos! Y, ahora, ansiar esa normalidad como nunca antes lo habíamos hecho.
El colegio no es lo que era antes
El patio ya no es lo que era antes. No se puede jugar con el balón por lo que se han perdido esos partidos frenéticos donde sonaba el silbato de vuelta a las clases o la sirena y se decía «gol de oro, el que marque gana» para determinar el vencedor de una «guerra» cuyo resultado sería objeto de habla durante todo ese día. Tampoco se puede jugar al pilla pilla o a cualquier juego de contacto. Socializar es también una tarea pendiente y complicada que deberá esperar ya que únicamente se pueden relacionar con los de su grupo y poco más.
El ambiente en las aulas es más frío, pero seguro, gracias a las medidas que han ido adoptando los centros para garantizar la máxima seguridad. Entre los cambios que más han afectado a los niños encontramos la reducción del ratio de alumnos por clase. Por lo que han visto como alguno de sus amigos o amigas ha sido desplazado/a a otra aula. Y detectamos además, una mayor distancia obligada entre pupitre y pupitre conllevando a que los alumnos estén más tranquilos y tengan un mayor espacio visual. Algo que les supone estar menos nerviosos en clase. Por último, destacar que, todas estas medidas han desterrado los trabajos en equipo y el poder compartir material entre ellos.
Orgullo indescriptible por los niños
Más allá de jugar y socializar, los niños han dejado boquiabiertos tanto a padres, a profesores y a jóvenes con su capacidad de adaptación a las circunstancias, demostrando, en muchas ocasiones, tener más cabeza que muchos. Para los padres ha sido un alivio descomunal el hecho de que los pequeños hayan sabido responder ante circunstancias tan complejas. Los profesores han alucinado con su interna madurez. Y, los jóvenes, que muchos deberían aprender de ellos, han alabado y no han dado crédito a los continuos actos de responsabilidad que encontramos en las imágenes mostradas en los telediarios.
Todos deseamos que vuelva esa normalidad cuanto antes, pero la realidad es que quienes más lo necesitan para desarrollarse son los niños. Estos pequeños valientes esperan más pronto que tarde que ir al ‘cole’ sea sinónimo de lo que era antes: alegría, entusiasmo, disfrute, etc. Hasta entonces solo me queda decirles que sigan así y que el momento llegará, de eso no me cabe la menor duda.
Por Adrián Pérez Ispizua