Una mujer que acude con su madre de 93 años a un conocido dentista de León para que le hagan un empaste en una de las muelas y termina en urgencias.
La señora que a penas puede caminar por si sola y que utiliza un andador por un problema de cadera, le cuenta a su hija lo sucedido en el dentista y termina en urgencias con un problema mucho mayor.
En la consulta del dentista en León
Lo comprensible
Al parecer y según la entrevista mantenida con la hija, ésta no pudo entrar en la consulta para ayudar a su madre a sentarse por procedimiento covid.
No obstante, «eso es comprensible» asegura la hija y» puedo llegar a entenderlo, estamos en una situación muy delicada y hay riesgo por lo que todos debemos guardar las máximas precauciones pero...»
La hija de la anciana, Lucía, se quedó entonces esperando fuera de la consulta del dentista. Se quedó esperando en el portal del edificio mientras realizaban el empaste a su madre.
Los EPI´s del dentista y su compañera
Cabe destacar, que tanto la persona que estaba en la recepción y que también ayudaba al dentista en su actividad, como el propio dentista, llevaban cada uno; tres mascarillas, una FFP2, dos quirúrgicas y una pantalla de plástico. Además, vestían con trajes de protección y llevaban cubiertas las cabezas con unos gorros especiales junto con los patucos en los pies.
Lucía asegura que «todo esto es lógico y comprensible, pues están expuestos a un gran riesgo porque tienen que tratar a personas que se deben quitar la mascarilla y no tiene que ser fácil«.
Lo incomprensible contado por Lucía
Sin embargo, lo que sucedió mientras Lucía esperaba por su anciana madre en el portal, no tiene «perdón de Dios y quien quiera decir lo contrario está equivocado«.
¡Pare, pare, no puede pasar!
<<Pasaría como una hora cuando la mujer de la recepción me llamó por teléfono para que subiera a recoger a mi madre porque ya habían terminado. Entonces subí, y me encontré a mi madre en un estado que me dejó desencajada. Mi madre estaba llorando, temblando y a penas podía sostenerse en pie con el andador. Me acerqué a ella corriendo porque aun estaba dentro de la consulta y yo en el descansillo. Mientras la mujer de la recepción me gritó «pare pare, no puede pasar. Fueron tales los gritos que incluso salió un vecino de su casa para ver qué estaba pasando.
«Me dio igual el covid»
Sin embargo, ese momento me dio todo igual, el covid, el protocolo… absolutamente todo, sólo quería estar con mi madre y ver qué le pasaba, por lo que tuve una discusión en un tono muy desagradable con aquella mujer que parecía recién salida de la nasa con su armamento contra el covid.
«No le pasa nada, me dijo la recepcionista, tan sólo tiene un poco de frío y punto, no es para tanto».
Pagué, y me llevé a mi madre que no dejaba de temblar y llorar. Serían sobre las 18:15 de la tarde cuando salimos del dentista para ir a casa, y entonces me contó lo que había pasado en el taxi.
La locura del dentista de León y el covid
Mi madre es muy mayor pero la cabeza por suerte la tiene en su sitio. Ella me explicó que ninguno de los dos quiso ayudarla a tumbarse en el sillón por medidas de precaución y que además, la metieron prisa para que se colocase porque tenían otro paciente por lo que se hizo mucho daño en la pierna cuando se cayó al suelo.
Habían dejado que mi madre se cayese al suelo y no pasaba nada. Mi madre, una señora de 93 años que a duras penas podía caminar con un andador.
Una vez logró levantarse ya con ayuda de la mujer porque entonces sí que se dignó a tocar a mi madre, le indicaron que debía quitarse el abrigo, los zapatos y el fular del cuello. Entonces el dentista abrió de par en par las dos ventanas que daban a la calle, la puerta de la entrada de la clínica y otra ventana que estaba en la recepción. Allí más que corriente para ventilar, corría un huracán porque mi madre me detalló que se les volaban los papeles.
Ella les pidió porque estamos en febrero y en León, algo para taparse pues como cualquier persona medianamente normal y más con la edad de mi madre, tenía mucho frío y no se sentía bien, pero ellos no tenían nada para taparla y sólo decían que se dejase de quejar que ya no era una niña. Mi madre insistió en ponerse los zapatos y el abrigo porque tenía mucho frío pero la mujer dijo que eso no era posible por protocolo covid y empezaron con la labor que claro no permitió a mi madre volver a quejarse.
En urgencias
A lo largo de la tarde noche mi madre se empezó a sentir mal, le dolía un oído y tenía unas décimas de fiebre por lo que decidí llevarla a urgencias.
Una vez allí no quisieron atenderla porque tenía fiebre y era un claro síntoma de covid. Me pidieron de forma educada que la llevase a casa y que llamase por teléfono para que la valorasen y vieran si debía o no citarla presencialmente el médico.
El protocolo covid del dentista de León y el de las urgencias
Por más que expliqué que no era covid, que había estado en el dentista y había cogido frío, y que lo que necesitaba es que la mirasen el oído para recetarle algo que le quitase el dolor, no hubo forma, nos tuvimos que ir a casa.
Sólo voy a decir que mi madre pasó dos días con un terrible dolor en un oído y algo más de fiebre que esas décimas con las que empezó, hasta que logré que la recetasen, eso sí, por teléfono, unas gotas y un antibiótico.
Mi humilde opinión sobre todo esto
Creo sinceramente que muchos se están volviendo locos con todo esto y nos están volviendo locos a los demás.
Yo comprendo a la perfección las medidas pero no entiendo que hayamos dejado de preocuparnos o empatizar un poco con los demás. ¿Tanto trabajo cuesta disponer de una manta para tapar a una mujer en el dentista en pleno febrero?¿ A caso por ayudar a una señora mayor con problemas de movilidad a tumbarse en un sillón en el dentista se está fuera del protocolo covid? ¿Es necesario que haya un huracán en una consulta? ¿No vale con abrir una ventana, ventilar, desinfectar y tener 3 mascarillas más una pantalla y monos de protección?
¿Qué es peor?..
No sé, si es peor lo que el dentista y su ayudante hicieron a mi madre según el protocolo covid o el protocolo covid de las urgencias. El caso es que mi madre tiene suerte de tenerme a mí porque sé que hay muchísimas personas mayores y solas que no tienen ayuda y no quiero pensar si les pasan cosas como estas o similares, porque no creo que este sea un caso aislado. >>
Belén Soto
Conoce también la historia del Centro de Salud de Trobajo del Camino