Las aglomeraciones del pasado sábado por la final vasca de Copa del Rey incrementan la incidencia de contagios en el País Vasco
Este fin de semana se ha celebrado el derbi vasco en la final de la Copa del Rey 2020. Un acontecimiento futbolístico histórico que fue suspendido para que los vascos pudieran acudir a un evento tan importante en 2021. Finalmente, no pudo ser porque el bicho sigue por nuestras calles dando disgustos.
Esta última frase parece que a muchos todavía les cuesta interiorizar. Empezando por el gobierno vasco, que dio luz verde a las celebraciones previas a pesar del aumento paulatino de contagios por cada 100.000 habitantes que está habiendo en nuestro país.
Chocamos siempre con la misma piedra
En España, si nos dan la mano, cogemos el brazo sin tener en cuenta las circunstancias. Esto es algo que deberíamos saberlo ya y no caer una y otra vez en el mismo error. Más allá de un ambiente inmejorable, la responsabilidad brilló por su ausencia como vemos en estas imágenes.
En la calle Pozas no existió la distancia social y el uso de la mascarilla fue prácticamente inexistente. Por ello, la Ertzaintza tuvo que desalojar la zona histórica de los athleticzales. Una decisión acogida con lanzamientos de botellas y el incendio de algún contenedor de basura.
Este hecho no sucedió únicamente en la capital vizcaína sino que también se vieron imágenes muy similares en San Sebastián.
Hay que tomar más medidas con respecto al fútbol
Dejando a un lado la Copa del Rey, lo cierto es que hemos visto en muchas otras competiciones aglomeraciones de personas animando la llegada de los jugadores al estadio, sin cumplir los parámetros sanitarios de seguridad que todos a estas alturas ya conocemos.
Es ilógico que se permita entrar a los estadios de 2ºB y 3ª división y no a los de primera división. Son decisiones incongruentes como la de dejar llevar a cabo celebraciones previas a eventos tan multitudinarios. Seamos sensatos y veamos que el problema también está en casa y no solo en los franceses que vienen de fiesta.
La luz al final del túnel, a priori, la vemos: la vacuna. Ahora solo hace falta tener algo más de paciencia y cordura para que haya los mínimos casos y muertos posibles de aquí al final de esta larga y extenuante carrera de fondo.
Por Adrián Pérez Ispizua