Cuando en 2008 decidí formar parte del grupo de intervención psicológica en emergencias del Colegio Oficial de Psicología de Castilla y León/112 tenía un montón de temores acerca de mi eficacia en la atención a las víctimas y también acerca de si realmente era efectivo para ellas. Cuando realice la formación programada por el COPCYL, sentí que tenia en mis manos las herramientas necesarias para afrontar estas situaciones límites. Desde el primer momento me sentí integrada en el grupo de compañeros psicólogos, sin embargo sufría esa inseguridad del principiante.
Hoy verano del 2017, poseo una visión bien diferente de lo mencionado en 2008.
Y también tengo algunas respuestas a esos interrogantes que todos nos hacemos ante esas situaciones humanas que superan nuestra capacidad de explicación y comprensión ante lo imprevisible como son las situaciones de catástrofes y emergencias, que no por el hecho de ocurrir todos los días dejan de sobrecogernos y descolocarnos.
Si, porque esa es una característica esencial de la emergencia: lo imprevisible, inoportuno y desestabilizador del hecho en sí.
Resulta conmovedor y entrañable analizar cómo nos comportamos las personas ante dichos acontecimientos.
Es como si se activase automáticamente la parte más altruista, sensata y generosa del ser humano. Todo el mundo se vuelca en la atención a las víctimas olvidándose de sí mismo y sacando fuerzas de flaqueza y nos comportamos de la mejor manera posible, y al decir todos me refiero a los expertos y a la gente común que en esos momentos saca a la luz la parte más bella y esencial que posee el ser humano: la generosidad sin límites, aplicada a la supervivencia.
Porque cuando ayudamos a otros que sufren, aunque sean pérdidas humanas que no se pueden recuperar, estamos contribuyendo a aliviar y paliar su sufrimiento.
Si, así lo creo hoy, después de haber vivido recientemente una intervención tras la pérdida de un chico que estaba en la flor de la vida.
Estoy segura de que nuestro acompañamiento y el de todos los que tuvimos el privilegio de ayudar, quedará grabado en sus memorias y que cuando vuelva a su recuerdo, estaremos de alguna forma presentes y tal vez podrán pensar aquello de «no estuve solo/a en esos momentos» y «el ser humano es maravilloso a pesar de sus debilidades».
¡Gracias a todos los que hacen posible que estas situaciones ocurran!. Y mi agradecimiento al Colegio Oficial de Psicología de Castilla y León por darme esa oportunidad de formación e intervención.
Gloria Arranz Martínez. Psicóloga en Burgos.
CL- 2134.