Éste es un artículo muy especial, un artículo lleno de cariño y amor por una persona muy valiosa que se ha marchado demasiado rápido. Una mujer que tras un durísimo año de lucha por la vida, ha cerrado los ojos para por fin descansar.
Con tan solo 66 años de edad y una vida por delante en la que ya tocaba tomar un respiro, vivir y disfrutar de los suyos, Elena ha lanzado su último adiós. Un adiós rodeado por sus dos corazones, por sus dos amores, por sus dos hijas a quienes les ha quedado un vacío imposible de llenar. Porque si despedir a una madre es posiblemente una de las cosas más complicadas de esta vida, despedir a Elena lo es aún más.
Mis recuerdos
Todavía puedo recordar aquellos días llenos de risas, bromas y chismorreos mientras los niños corrían a nuestro alrededor al tiempo que ella siempre sonreía felizmente. Aquellos instantes cargados de alegría que permanecerán en nuestra memoria «por siempre jamás».
Y es así como todos quieren recordar a Elena; con aquella risa tan característica, con su cariño, sus buenos consejos, sus ganas de vivir y sus «súper tortillas» que a todos nos colocaba para hacer de cada momento el momento de todos, eso sí, con una buena copa de vino.
Elena, madre y abuela
Esta anfitriona difícil de superar, es además, una mujer que ha soportado tanto que no podría describirlo ni en un millón de líneas. Una madre coraje que ha sabido levantarse de la nada para hacer un TODO. Una abuela y segunda madre que también deja a cinco nietos con el corazón roto porque día a día les entregó su cariño como a todas las personas con las que se cruzó en su vida.
Así era Elena
Elena, es una de esas mujeres que deja una huella muy profunda en muchos rincones, una cicatriz en los demás, un surco por su bondad y carisma. Esta gran señora, clavó un recuerdo de su lucha constante por superarse, y así lo ha vuelto a demostrar durante estos últimos días en el Hospital de León, agarrándose a la vida hasta el último suspiro.
Elena, muchas gracias
Gracias Elena por todos aquellos momentos. Y gracias también, porque me has dejado dos regalos maravillosos, dos regalos que día a día desde 1978 has sabido pulir, cuidar y convertir en personas realmente extraordinarias con la que siempre paso momentos maravillosos y que además, sé que estarán ahí cuando sea yo quien lo necesite.
Con todo mi corazón, te envío un grandísimo abrazo, el abrazo que no pude darte por todo lo que estamos pasando pero que sé que allí donde estés, podrás recibirlo.
Un último adiós
El no poder acompañarte mientras te cubren de flores para poder despedirte como mereces y estar cerca de los tuyos en este momento tan duro, es demasiado triste. Pero quiero que aunque sea con una mirada desde lo lejos, lanzarte un cálido beso o un reconfortante abrazo mientras te prometo, que nunca te olvidaré y que haré lo posible por estar al lado de tus dos amores día a día.
Hasta siempre querida Elena.