Esta es el increíble relato de una chica universitaria de León que decide extirpar el huevo de su compañero de piso y que ha querido contar su historia para que no se quede sólo como un suceso y con ello, crear un precedente.
Ha preferido omitir cualquier dato de carácter nominativo para proteger tanto su identidad como el de su compañero de piso.
La pepita de aguacate
La conocida pepita de aguacate es una semilla o pepa considerablemente grande y limpia porque no está rodeada de pelos ni trozos del aguacate.
Además, la pepitilla de aguacate posee muchos beneficios para salud y contiene incluso hasta el 70% de los aminoácidos del aguacate.
Sin embargo, esta pepitilla de buen tamaño ha marcado un antes y un después en la vida de un joven universitario que día a día se mofaba de su compañera de piso.
¿Qué impulsó a la joven a usar la pepita de aguacate y extirpar el huevo del joven?
La joven de 22 años de edad estudia en la Universidad de León y vive en una habitación en un piso compartido con otras 3 personas, entre ellas un chico que al igual que ella es de fuera de León.
Al principio de la convivencia, asegura la joven; «todo iba bien, no había confianza y se vivía con respeto, sin embargo, desde hace un tiempo las cosas cambiaron, él cambió y empezó a mofarse del tamaño de mis pechos».
Harta de las mofas y las bromitas
La universitaria nos cuenta que al principio eran «bromitas» de vez en cuando que pasaron a ser una mofa constante que lograban hacer que se sintiese mal e incómoda pues no se atrevía a vestirse con ropa ceñida o a salir del baño con una toalla.
Cansada y harta de escuchar las mofas, que fueron más allá un día que estaban los compañeros de piso haciendo cena y… había algo de alcohol, decidió terminar con tanta burla.
Testimonio de la joven decidió extirpar el huevo derecho de su compañero de piso
«Serían en torno a las diez y media de la noche cuando terminamos de cenar. No se me olvidará esa pizza tan salada, y que por eso quizá se pasó con la bebida. Fue entonces, en ese momento cuando decidimos irnos todos al salón para empezar con los litros».
«Aguanté una, aguanté dos y hasta tres comentarios fuera de lugar sobre el tamaño de mis pechos. Me calenté, y por mucho que me decía que eran bromas cariñosas, solo me entraban ganas de llorar constantemente. Sin mencionar lo incómodos que estaban los otros dos compañeros de piso que participaron activamente en el extirpación del seguramente, preciado huevo de este impresentable».
Esto es lo que pasó cuando el joven se quedó profundamente dormido
«Exactamente a las 2:58 se sirvió el último litro de alcohol mezclado con un chupito de TGV (tequila, ginebra y vodka). Ya casi no articulaba ni palabra, pero seguía bebiendo y bebiendo y diciendo que mis pechos eran dignos de vergüenza. Por suerte la mezcla lo dejó KO en poco tiempo, quedándose completamente desplomado en el sofá que llevaba acaparando toda la noche».
«Ese fue el momento en que elucubramos entro todos, la extirpación del huevo derecho. Así que sabiendo que no se iba a enterar de nada, le quitamos los pantalones y calzoncillos dejándolo como Dios lo trajo al mundo».
«Aprovecho a hacer un inciso; su miembro también podría haber sido motivo de mofa si yo hubiera querido, no comentaré más…»
«Una vez que estaba como Dios lo trajo al mundo, lo llevamos a su cama, y le vendamos su pequeña joyita, haciendo hincapié en echar bien de betadine, incluidas las sábanas».
Operación aguacate y extirpar el huevo
«Metidos en harina, uno de los compañeros que estudia ya tercero de enfermería, se vino arriba y sacó su arsenal de gasas, compresas y material sanitario, acorde para la operación aguacate y con el fin de hacerle creer que se había quedado sin carné de padre, es decir sin su preciado y amado huevo derecho».
«No sólo eso, sino que la mala leche agudiza el ingenio, así que fui a la cocina y del cubo de la basura cogí la pepita del aguacate que se había comido esa misma mañana. La lavé bien, la metí en un bote con agua para dejársela en la mesita de noche. De verdad que parecía un testículo».
«Y casi al mediodía del sábado, puedo jurar que los gritos alarmaron a todo el vecindario. Subió incluso la vecina del primero…»
«No puedo describir el susto, acojone, pánico, angustia, terror que había en la cara del mofador de mis pechos al pensar que le faltaba algo es sus partes. Y desconozco como, pero el caso es que el tío gritaba de dolor, siendo incapaz de tocarse para darse cuenta de que solo era una bromita tonta y con cariño… como a él le gusta decir».
«Ahora que hemos acabado los exámenes y el curso, me gustaría hacer pública esta bromita».
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Belén Soto