La monarquía pende de un hilo cada vez más fino
Cada día que pasa la monarquía en nuestro país se encuentra en una peor situación. Los escándalos propiciados por miembros de la monarquía suceden un día sí y otro también. Ante esto, la sociedad, como es lógico, no está dispuesta a seguir tolerando conductas totalmente inapropiadas de una institución que supuestamente debería representar a todos los ciudadanos y al Estado español.
La reciente vacunación de las infantas o las cuentas en paraísos fiscales y los ejercicios económicos fraudulentos del rey emérito, provocan un deterioro de la imagen de la corona y en la continuidad de la institución. Lo que sí sabemos es que la institución tiene cada vez menos confianza de los ciudadanos por la utilización indecorosa de los privilegios reales en detrimento del común de los ciudadanos. ¿Dónde está la ejemplariedad?
Una vacunación poco ejemplar
Las infantas habrían recibido la primera dosis de la vacuna a principios del mes de febrero. Una fecha que no cuadra con el calendario estipulado de vacunación del gobierno ya que por su edad no les correspondería hasta dentro de unas semanas. A esto, las infantas alegaban que les habían ofrecido vacunarse lo cual resultaba favorable para después viajar a ver a su padre. ¿Acaso es tu padre más importante que el mío? Los ciudadanos somos iguales ante la ley.
Ante lo sucedido, miembros de Vox y el Partido Popular, defendían que no le habían quitado la vacuna a ningún español. Una respuesta vacía y sin sentido a los ataques por un comportamiento éticamente incorrecto. No van por ahí los tiros. Más allá de lo que nos cuesta a los españoles el viaje a Abu Dabi, como decía Manuel Jabois en la Cadena Ser, «el privilegio no es la orden de ser beneficiado, sino la posibilidad de serlo; uno puede acceder, o no«. En el caso de las infantas parece que el ejemplo y el privilegio no van de la mano. Además, podríamos estar hablando de una campaña en contra de Felipe VI que, de ser así, sería echarse piedras sobre su propio tejado.
El episodio de las infantas ha provocado el profundo rechazo por parte del Ejecutivo que ha condenado la actitud de las infantas. Por un lado, el PSOE pretende defender a capa y espada a Felipe VI en detrimento de las actitudes negligentes de su padre y de las infantas. Por otro lado, Unidas Podemos condena todo este tipo de situaciones viendo cada vez más cerca ese horizonte republicano al que aspiran.
De regularización en regularización
El pasado mes de diciembre realizó una primera regularización abonando al fisco 678.393 de euros. Una cantidad que nos parecía escandalosa (y nos parece), pero que ha superado en esta segunda regularización con creces. A finales del pasado mes, conocíamos que Juan Carlos I había realizado una segunda regularización fiscal por rentas no declaradas durante varios ejercicios de más de ocho millones de euros.
Con estos pagos, el exmonarca reconoce el fraude para intentar escabullirse del delito fiscal. Esperemos que no sean los primeros de muchos pagos por el bien de los ciudadanos españoles y por el vigor de una institución nuclear de nuestra Constitución.
Una herencia manchada
La monarquía es hereditaria. El fundamento principal de la monarquía es la herencia dinástica. Por eso, la conducta del padre no puede por menos que afectar a la del hijo. Felipe VI heredó una corona íntimamente vinculada con el régimen constitucional de 1978 por la involucración de su padre en la transición y en la defensa del mismo. Pero esta actuación se evapora a marchas forzadas por el calor agobiante de otras acciones inmorales y, cuando menos, poco edificantes.
Por eso si la monarquía quiere sobrevivir debe distanciarse de ellas como del agua hirviendo. Convertirse en una institución modélica, cuyos miembros sean unos sean unos más entre los ciudadanos, y solo se diferencien por su conducta ejemplar, de la que la gran mayoría esté orgullosa. Una monarquía auténticamente nacional.
Adrián Pérez Ispizua