“Hallar una vacuna es el único camino posible para devolver al mundo a la normalidad”, aseguraba hace unos días el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres.
De de los más de 100 proyectos de investigación en marcha para dar con un fármaco que proteja frente al SARS-CoV-2, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), siete ya están realizando ensayos clínicos y uno de ellos, liderado por la Universidad de Oxford y el último en ponerse en marcha, parece haber tomado la delantera en esta carrera contrar eloj.
La semana pasada empezaron a vacunar en el Reino Unido a los primeros voluntarios de las 1.106 personas sanas de entre 18 y 55 años que han reclutado para participar en esta prueba. Si todo va bien, a finales de mayo comenzarán a probarla en 5.000 individuos más. De demostrar su efectividad, los investigadores aseguran que podrían tener un millón de dosis disponibles ya en septiembre, y la producción, informa la BBC, se podría escalar con relativa rapidez.
En esta primera gran prueba clínica de Europa que se ha empezado participarán 6.000 voluntarios
El de Oxford es el primer ensayo en humanos que se lleva a cabo en Europa. Es fruto de una colaboración entre el Instituto Jenner, de la Universidad de Oxford, y el Grupo de Vacunas de Oxford. Ha recibido 23 millones de euros del gobierno británico y cuenta con financiación de la Coalición para la Innovación y Preparación para las Epidemias (CEPI). Ayer, tal como anunciaba el The New York Times , esta candidata a vacuna recibió un espaldarazo que abre la puerta a la esperanza.
El laboratorio Rocky Mountain de los Institutos Nacionales de Salud (EE.UU.) anunció que la ha probado con éxito en un grupo de seis macacos rhesus, un tipo de primate muy similar a los humanos. Los inocularon, expusieron a grandes cantidades del virus y 28 días después todos continuaban sanos. “Que haya funcionado en macacos hace suponer que es fácil que también lo haga en personas. Es una tecnología muy prometedora”, considera Joaquim Segalés, del Centro de Investigación en Sanidad Animal IRTA-CReSA y catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).
“Que haya funcionado en macacos hace suponer que es fácil que también lo haga en personas. Es una tecnología muy prometedora”
A diferencia del resto de ensayos clínicos en marcha, la inyectable de Oxford, ChAd0x1 nCovid-19, ya había demostrado su seguridad en ensayos clínicos anteriores. De ahí que se haya podido aprobar este test en un tiempo récord, que tiene como objetivo comprobar si es capaz de generar una respuesta inmunitaria. Para ello, vacunarán a la mitad de los voluntarios con la candidata y a la otra mitad con una vacuna que protege frente a la meningitis y la sepsis y monitorizarán en las próximas semanas quiénes se infectan.
Cómo funciona la vacuna
Además, a 10 voluntarios les inyectarán dos dosis con una diferencia de un mes. Los resultados dependerán de si logran tener un número suficiente de personas infectadas para poder comparar ambos grupos. Y eso, en un momento en que la curva en el Reino Unido se aplana gracias a medidas como el distanciamiento social, puede suponer un escollo. “Si los casos disminuyen, lo tendrán complicado”, considera Segalés.
En un intento de salvar este escollo, los investigadores han priorizado reclutar a personal sanitario, más expuesto al virus que la población general. Y ya están negociando con algunos países en África y Asia, con un número creciente de contagios, para poder realizar el ensayo allí.
“Otro obstáculo podría ser que las personas que vacunen ya tengan una inmunidad generada por otros adenovirus. Hay que recordar que son virus que causan resfriado común. Eso podría hacer que la inyectable preventiva no funcionara”, apunta Segalés.
La ChAd0x1 nCovid-19 se basa en usar un adenovirus, un virus causante del resfriado común, modificado genéticamente para que no tenga capacidad infecciosa, al que le inyectan material genético de la proteína S del SARS-CoV-2, el patógeno detrás de la pandemia de Covid-19. Al inyectarse en una persona, la vacuna penetra en las células, que empiezan a producir la proteína S del coronavirus, lo que genera una respuesta del sistema inmunitario, que produce anticuerpos y activa a los linfocitos T, un tipo de célula de defensa que se encarga de destruir a las células infectadas.