Un paseo por León, el Claustro de la Catedral (parte II) es otra de las etapas de nuestro paseo, que comenzó nuestro viajero en el mes de Julio, cuando conoció El Castillo.
El sepulcro de Munio Ponzardi en el ala Sur, con el interesante relieve de Nuestra Señora del Foro y la Oferta relativo al tributo milenario de las Cien Doncellas. Ante esta imagen el Ayuntamiento, en forma de ciudad, entregaba como oferta en ceremonia tradicional al cabildo el equivalente a un cuarto de toro, que actualmente se ha sustituido por la ofrenda de productos de la tierra. Este recibe como foro u obligación no sin previas discusiones, según exige la ceremonia debido a un sano entendimiento sobre los orígenes y naturaleza de este acto, que rememora el hecho de Santiago en aquella batalla de Clavijo por la cual León se libró del célebre tributo que exigía a la ciudad la entrega de cien doncellas al moro.
Otro de los sepulcros ubicados en el ala oriental en el Claustro de la Catedral es el de Munio Velázquez, así como el de Pedro Yánez, en el ala Sur… Todos los citados, y muchos más que llenan el claustro, son de estilo gótico y muy fino. Posterior, del siglo XV, es el del canónigo Juan de Grajal, obra del maestro Jusquín, a modo de ménsulas, la representación de la muerte y del canónigo con atuendo doctoral.
El Claustro de la Catedral: detalles
Aparte de estos sepulcros, en el piso del Claustro existen multitud de losas funerarias de personajes diversos, entre ellos la esposa del orfebre Enrique de Arfe, y la de Don Diego de Valderas, precursor del derecho internacional.
La parte del claustro inserta por los arcos está cubierta por pinturas, las cuales enn su mayor parte son del siglo XV, del “sotil maestro Nicolás Francés que pintó el rico retablo” de la Catedral.
Otras son de Lorenzo de Ávila, pintadas en la segunda decena del siglo XVI. Los motivos temáticos se refieren a la vida de Cristo desde su infancia y concluyen con la venida del Espíritu Santo.
Es lástima que tan bello conjunto mural, debido a tan genio como el de Nicolás, fuese realizado para permanecer a la intemperie, bajo la sola protección de las bóvedas del siglo XVI, a todas luces insuficiente para defenderlo de las terribles inclemencias del tiempo que han hecho estragos en él.
Rocío Ramos