La concejala de Urbanismo y Medio Ambiente, Ana Franco, ha explicado que dentro de este contrato de ‘Servicio de limpieza y restauración de diversos elementos escultóricos ubicados en los Parques Públicos del Municipio de León’ está la restauración de dos de las figuras más emblemáticas de la ciudad: el Neptuno del Jardín de San Francisco y la escultura que recuerda a Alonso Pérez de Guzmán, Guzmán ‘El Bueno’.
El contrato ha sido finalmente adjudicado a la empresa ‘Jesgón. Proyectos y Obras Integrales, S.L.’ por un importe de 16.399 euros y un plazo de ejecución de dos meses. Un contrato que precisa que las intervenciones se realizan en el conjunto escultórico de la fuente de Neptuno de San Francisco y en la escultura y peana de Guzmán, ubicada en la plaza del mismo nombre.
Los trabajos consistirán, en el caso de Neptuno, en la aplicación de “un biocida para acabar con las colonias biológicas que se han formado, especialmente el rostro de la escultura; la limpieza de los restos mediante métodos mecánicos no agresivos para la piedra; la consolidación del soporte pétreo mediante aplicación a mano (brocha) de un consolidante de silicato; el anclaje de fragmentos desprendidos o con riesgo de ; la aplicación de una protección mediante resinas epoxídicas de las armaduras de anclaje que están visibles; las reconstrucciones volumétricas de labras perdidas mediante morteros de cal especiales modelados en obra y aditivados con pigmentos naturales para el entonado o acabado final; saneado de juntas constructivas y reparaciones anteriores contaminantes mediante picado manual; sellado de oquedades y rejuntado de juntas constructivas con mortero de cal entonado; tratamiento de metales, entre otros; todo ello siguiendo las pautas del experto que dirige esta obra”.
En el caso de la escultura de Guzmán, los trabajos se centrarán en una limpieza previa; una limpieza intensiva mediante lavados aplicando de agua destilada; técnicas de igualado de color (oscurecimiento) de las zonas intervenidas; regeneración de pátinas mediante reducción potenciostática de la escultura; aplicación de un barniz protector a base de microcristales… Ambos trabajos, como ha explicado la concejala, son ejecutados por restauradores diplomados.
Neptuno, 229 años en la ciudad
La fuente del dios que gobernaba las aguas, según la mitología romana, se instala en la Plaza de Regla en el año 1789 por iniciativa de Carlos IV y de «el común de los vecinos». Hijo primogénito del dios Saturno y de la diosa Ops, hermano de Júpiter y Plutón, es parte de los tres dioses que lucharon para liberar al mundo de la tiranía de su padre.
Como se aprecia ya en las fotos de Germán Gracia de la época, el conjunto está compuesto por un gran pedestal central sobre el que aparece sentado encima de un delfín Neptuno, con túnica y corona de laurel. Está sujetando un una jarra con la mano derecha y un tridente con la izquierda. Esta parte la realizó Mariano Salvatierra, que también hizo el león de la fuente de San Isidoro. En la parte inferior de la fuente y rodeando el pedestal hay tres tritones con sendos gansos, obra del escultor Félix Cusac, autor también de los angelotes de la fuente de la Plaza del Grano.
La fuente estuvo ubicada a los pies de la Catedral hasta 1913. Tras pasar unos años en los almacenes municipales, en 1931, con Miguel Castaño como alcalde, se coloca en la Plaza Mayor (su ubicación más desconocida), hasta que en 1943 se vuelve a desmontar, yendo a parar sus restos a los almacenes municipales. Seis años después, el alcalde Eguiagaray Pallarés recupera de nuevo esta escultura, instalándola en esta ocasión en el Jardín de San Francisco.
Guzmán, homenaje firmado por la reina regente
Año 1894. El diputado por la circunscripción de La Bañeza, Gabriel Fernández Cadórniga, decide conmemorar el sexto centenario de la gesta que Alonso Pérez de Guzmán había llevado a cabo en Tarifa en agosto de 1294. La ocurrencia es recogida por el Gobierno de Sagasta y el 18 de julio de aquel año, la reina regente firmaba en San Sebastián un decreto Real (publicado en la Gaceta de Madrid), presentado por el propio presidente del Consejo de Ministros, en el que podía leerse: “Don Alfonso XIII, por la gracia de Dios y de la Constitución, Rey de España, y en su nombre y durante su menor edad, la reina regente del Reino, vengo en ordenar que se erigirá en León una estatua representando la figura de Alonso Pérez de Guzmán ‘El Bueno’, hijo de aquella ciudad. Se fundirá por cuenta del Estado en la fábrica de cañones de artillería de Sevilla (finalmente se realizó en los talleres catalanes de Masriera y Campins), facilitando el Ministerio de la Guerra, para el expresado objeto, el bronce necesario”.
De esta manera, cuatro años más tarde, en 1898, el escultor Aniceto Marinas terminaba el Guzmán de bronce para colocarlo sobre el pétreo pedestal diseñado por el arquitecto Gabriel Abreu.
Pero los leoneses no parecían dispuestos a darle las bendiciones de la inauguración al más preclaro de la saga de los Guzmanes. Por una parte, el Concejo, falto de dineros, demoraba intencionadamente el visto bueno a la obra. Mientras, gran parte del pueblo leonés, criticaba la hechura del monumento, hasta que los regidores, en espera de mejores tiempos, decidieron tapar la escultura con un saco de arpillera.
Entonces apareció la Peña de los Bernesgos, cuyos miembros, en una noche de verano en comparsa y con levitas y chisteras, quisieron rendir un homenaje nocturno a la estatua. Y dicen las crónicas de la época, que con la copla que cantaban decía: “¡Ay Guzmán, cómo te han puesto!/ ¡Hay que ver!, que capisayo/ Mucho mejor estarías/ con levita de don Cayo”. “Parece ser que el presidente de la Diputación, Modesto Hidalgo, y el alcalde leonés, Perfecto Sánchez Puelles, encajaron las puyas con una relativa filosofía, pues poco tiempo después, el 15 de julio de 1900, ambas instituciones decidieron inaugurar oficialmente del monumento.