El pistacho, con su característico sabor, inconfundible color y crujiente textura, también se encuentra entre esos nuevos cultivos que se hacen un hueco en Castilla y León.
Este tipo de cultivo es algo muy arriesgado, puesto que tienen que pasar al menos cuatro años para que los injertos de machos y hembras comiencen a procrear. Pero cuando lo hacen y alcanzan la madurez reproductiva -a los diez años- pueden llegar a recogerse 1.000 kilos por hectárea en secano.
El precio es muy elevado, donde se paga unos 8 ó 10 euros el kilo, señala el presidente de Aspropicyl (Asociación de Productores de Pistacho de Castilla y León), José María Rey.
Un colectivo que agrupa a unos 120 productores, creado para potenciar el cultivo del pistacho, donde están demostrando que pese a las negativas de que no se podía cultivar en Castilla y León por el terreno de regadío, lo están llevando ya a cabo, e incluso está resultando mejor que en otros lugares.
Este árbol rústico requiere sol y aguanta con poco agua, al que los contrastes de frío-calor ayudan a su desarrollo y calidad del producto.