La Catedral de León es una obra magnífica para la vista, y como toda obra de ese calibre, alberga un tesoro.
Pues bien, la Catedral de León guardaba un relicario desde el origen de su fundación. Una reliquia que hace referencia a un gran rubí Balaj procedente de Baluchistán tutelado por San Froilán. El origen es desconocido, aunque una de las versiones según las fuentes medievales aseguraba que había sido una donación por parte de Fernando III de León. La otra versión, por el contrario, cuenta que se le cayó a Belcebú de su corona y fue recogida por los hombres.
En definitiva, el tesoro de la Catedral se perdió en algún momento del siglo XIV.
El rubí del que hablamos, ha dado pie a numerosas historias. Entre ellas, la ya relatada anteriormente. Otra de ellas, hace referencia a la guerra de Inglaterra, con la muerte de Pedro I el Cruel. Dicho príncipe inglés, había contraído matrimonio con una de las hijas del rey de Castilla llamada Constanza y quien reclamó el trono. Esto dio paso a una guerra que terminó con la derrota de los ingleses y para compensar, intercambiaron el Rubí Balaj de la Catedral de León a cambio de que Constanza renunciara a todos sus derechos al trono de Castilla.
Como en cada leyenda, residen verdades y partes que no lo son tanto. A medida que el tiempo avanza, las versiones varían y se da rienda suelta a la imaginación. Pero, lo cierto es que el patrimonio de León ha sido objeto de la rapiña durante siglos y a día de hoy, los museos siguen encontrando piezas perdidas entre sus fondos.
Un claro ejemplo de ello, es el «Cinturón Visigótico» del museo de Aquitania, en Burdeos. Valderas defiende que el broche pudo haber formado parte del tesoro de Lancia que fue desenterrado por Elías Gago Rabanal, padre de la arqueología leonesa además de ser el autor del primer libro conocido sobre el yacimiento preromano. Y precisamente, Gago Rabanal fue quien donó al Museo de León el primer fondo de Lancia.
Según explica Valderas, al morir Gago, gran parte de su colección fue destinada a sus hermanas, que posteriormente donaron a la Diputación. Aunque, varias piezas desaparecieron, entre ellas, estos broches de cinturones visigóticos. También revela que hace dos años aparecieron en Francia, es decir, más de un siglo después. Y aunque no se sabe con certeza lo ocurrido, se trata de dos piezas importantísimas.
Más tesoros ocultos por el mundo
Lo mismo ocurre en la Hispanic Society de Nueva York. Cuando el centro artístico americano había encontrado a un monje de Silos para catalogar toda la colección de arte Español. Comenzó con el tesoro de Palencia, un tesoro en el que residían las piezas de San Martín de Torres. Un tesoro compuesto por 3 piezas que, según afirma Alejandro Valderas, se conservan juntas como herencia familiar pero nada hace pensar que fueran las únicas piezas del tesoro. Probablemente, hubiera más desperdigadas para evitar su entrega a los romanos. Justamente, el motivo que explicaría las piezas que se van descubriendo con los años.
Guiándose por la información que se había recabado en cada localidad y gracias también a los datos en la bibliografía arqueológica leonesa, no hay duda que las joyas de San Martín han aparecido en diversas épocas, las cuales han sido vendidas a joyeros y coleccionistas, excepto estas tres piezas.
La reciente catalogación de muchos museos y colecciones y el interés por documentar la procedencia comercial de estas piezas, está levantando todavía más interés y causando sorpresas agradables sobre el rico patrimonio artístico de León.
Ane Garrido