El modelo de Mercadona y Lidl, que apuesta por sus marcas propias en detrimentro de las que elaboran los fabricantes, lleva años haciendo mella sobre los productos considerados de marca.
Fue a raíz de la crisis cuando la marca del distribuidor, la conocida como marca blanca, empezó a ganarle terreno a la de los fabricantes en la cesta de la compra. Los bajos precios y una calidad que, en muchos casos, nada tiene que envidiar al resto de enseñas líderes, son los factores que explican la buena acogida de estos productos entre las familias españolas.
Aunque es cierto que Mercadona y Lidl comercializan productos de los fabricantes, la principal queja de las compañías es que «discriminan las innovaciones a diferencia de Carrefour, Alcampo o El Corte Inglés», ha declarado este jueves el presidente de Promarca, Ignacio Larracoechea, en la presentación del estudio anual Radar de la Innovación 2017. Promarca representa a los principales fabricantes de marcas de alimentación, bebidas, droguería y perfumería de nuestro país.
«Es legal copiar»
Aunque el experto Larracoechea, reconoce que «es legal copiar» las innovaciones de otros fabricantes como hace Mercadona y como hacen los propios fabricantes entre ellos, a día de hoy, «creo que algunas reproducciones son competencia desleal», asegura
«Imitar el envase para confundir al consumidor es ilegal. Algunos envases que se venden ahora son descarados, claman al cielo. Intentan imitar y parecerse a una marca líder con todo: colores, tipo de letra…Y no solo es Mercadona, hay más casos», señala el experto a este periódico. Preguntado por los motivos por los que ninguna marca ha denunciado a estas cadenas, Larracoechea es claro: «Nadie se atreve a denunciar a su distribuidor».
Un canon o una patente
Para paliar esta situación, los fabricantes abogan por «una especie de patente, de 3 a 5 años en lugar de los 20 actuales» para las marcas de alimentación, bebidas y cuidado personal, señala Larracoecha. «Los productos de higiene íntima o los pañales son de los pocos que tienen patentes por la tecnología que utilizan», apunta.
Otra opción sería «un derecho de autor en forma de canon, ¿si se hace con la música por qué no darle al inventor un royaltie», se pregunta el directivo.