El fútbol es un deporte popular, vive de altos y de bajos y no suele tener un equilibrio estable, sobre todo a nivel anímico y cuando hablamos de las sensaciones de los hinchas y de los jugadores. Pero hoy en día el fútbol ha llegado a ser un auténtico negocio, lo que significa que muchos de sus hilos los mueve el dinero, protagonista principal de muchos traspasos de jugadores que más que ganar títulos prefieren ganar dinero, aunque no es el caso de todos.
Varios son, de hecho, los movimientos de jugadores excelentes que han cambiado de camiseta para poder tener una mejora en su contrato, el último más emblemático ha sido Neymar Jr, que el verano pasado se fue del Fc Barcelona al Paris Saint Germain después del pago de la increíble cláusula de rescisión de 222 millones de euros.
El mundial, que se disputa cada 4 años, tiene el poder de aumentar no solamente la intensidad de las emociones de los hinchas durante los partidos sino también de inflar mucho los precios de varios jugadores. Cada vez que termina un mundial, de hecho, es lógico que los futbolistas que tuvieron las mejores actuaciones se conviertan en elementos más caros, sobre todo si se trata de jugadores poco conocidos antes. El caso de James Rodríguez en el mundial de Brasil es simbólico: su temporada en el As Monaco había sido buena pero tampoco de otro mundo, mientras que sus excelentes partidos en la competición mundialista al mando de su selección, Colombia, despertaron el interés de Florentino Pérez, que decidió ficharlo para el Real Madrid pagando 80 millones de euros.
Este ejemplo es uno de los muchos que tuvieron lugar en las cinco principales ligas europeas. Desde 2006 varios han sido los negocios más o menos buenos después el mundial, con los futbolistas belgas que destacan como los más beneficiados por sus buenas actuaciones en este torneo. Los componentes de la selección belga son hasta ahora el 50% de los fichajes realizados enseguida después del mundial, seguidos por los serbios ( 28,6%), y los brasileños (24,4%).
Si bien es imposible trazar una tendencia absoluta, está claro que los partidos del mundial son un escaparate importante para muchos futbolistas, aunque a veces puede haber unas cuantas sorpresas. El caso de Antoine Griezmann es uno de estos: en el mundial 2014 el entonces delantero de la Real Sociedad no era titular y no disputó muchos minutos, pero su rendimiento durante la temporada de Liga y sus chispazos en el mundial fueron suficientes para que el Atlético Madrid apostara por él y pagara 30 millones para ficharlo, una cifra hoy irrisoria dados los resultados del francés en el club rojiblanco, que se acaba de coronar campeón de la Europa League. Siempre en el mundial de Brasil, Luis Suárez fue otro caso peculiar: expulsado contra Italia por comportamiento violento, fue fichado por el Barça por 80 millones. Una apuesta que al final le fue bien tanto al jugador como al club blaugrana.