España cayó en Bruselas ante Bélgica (18-10) en el que iba a ser el partido más importante de su historia. El premio era la clasificación directa para el Mundial de Japón, sin duda demasiado jugoso como para afrontarlo sin que aflorasen los nervios.
El XV del León llegaba dependiendo de sí mismo para conseguir una clasificación histórica para la cita mundialista. Tras conseguir meritorios triunfos ante Rusia, Rumanía y Alemania, bastaba con ganar a un combinado que llegaba como colista para certificar el pase.
Pero una cosa es la tensión de la responsabilidad y otra bien distinta la necesidad de jugar con todos los elementos en contra. Al XV de los Black Devils, al campo estrecho, al barro y a la nieve se les podía combatir con clase y con orgullo; pero al lamentable arbitraje del rumano Vlad Iordachescu no hubo forma de contrarrestarlo.
El seleccionador español, Santi Santos, ya había avisado semanas atrás que no era una decisión acertada poner a un trencilla rumano cuando su propio país estaba involucrado en la clasificación. Pero la decisión estaba tomada y al final este hombre provocó toda un trifulca, con los hispanos rodeándolo para afearle su actuación.
En la segunda parte, España buscó la remontada y llegó a ponerse en los últimos minutos con un 15-10 que hacía soñar con la remontada, pero finalmente Bélgica no se dejó levantar el partido.
Así es el tortuoso camino en la repesca
De este modo, España acaba segunda en el grupo europeo y es Rumanía quien certifica su pase directo al Mundial. El XV del León, por su parte, tendrá otras dos oportunidades a través de la repesca, en un complicado camino que exigirá nuevas victorias.
En primer lugar, España se enfrentará esta primavera a Portugal en una primera ronda en la que el triunfo es obligatorio para seguir con vida. Posteriormente, y en caso de pasar a la siguiente fase, los de Santi Santos tendrían que jugar a doble partido ante la rocosa Samoa, con la ida en Madrid y la vuelta en Oceanía, ambos partidos en el mes de junio. En caso de ganar, España estaría clasificada, y si se pierde aún quedará una opción.
Este último camino implicaría disputar una liguilla de repesca en la que estará en juego la última plaza mundialista, y España debería imponerse en dicho grupo, teniendo como rivales a Canadá, a la subcampeona de África, y o bien a Tahití o a una selección asiática (Hong Kong, Malasia o Corea del Sur).
Lo que sí pierde España ya de manera definitiva es la opción de jugar el partido inaugural del Mundial ante Japón, cosa que habría hecho seguro en caso de imponerse a los belgas.