La Jefatura de la Policía Local de Sevilla fue un mar de lágrimas y abrazos durante la tarde del lunes. Mario se reincorporaba a su puesto de trabajo después de luchar a vida o muerte contra el coronavirus durante 70 días.
Doce de estos días estuvo ingresado en el hospital Virgen Macarena. Fue uno de los primeros en caer, y con él se llevó también a su madre que también ha logrado vencer a la pandemia.
Sus compañeros le han recibido con todo el calor que se merecen luchadores como él. Las lágrimas no han tardado en brotar de los ojos de este policía que vuelve para seguir protegiendo a sus vecinos en el distrito de Cerro-Amate.
La odisea de Mario la ha contado él mismo, y es como la de muchos ciudadanos que se han enfrentado a este virus mortal y despiadado. Los primeros síntomas le pillaron de vacaciones, pero él insistió en no poner en peligro a sus conciudadanos y prefirió encerrarse en su casa y no acudir al hospital.
12 días de tratamiento intensivo con medicación especial
Nadie respondía a sus llamadas a los servicios sanitarios, ya que el colapso empezaba a hacer mella en la sanidad pública.
En el hospital se quedó al borde de la UCI, con una fiebre persistente de más de 40 grados que se resistía a abandonar su cuerpo labrado en gimnasios y disciplinado a base de crossfit y kárate. Después de 12 días de tratamiento intensivo con medicación especial, pudo salir para continuar su recuperación en casa, siempre con miedo a que su mujer o alguna de sus dos hijas se contagiasen.
Tras setenta días apartado de la calle y del contacto con los vecinos, se ha encontrado con la sorpresa del recibimiento de sus compañeros. Le ha servido para darse cuenta de lo importantes que somos todos y de la necesidad de cuidarnos entre todos.
Por eso no entiende la actitud de las personas que, sabiendo las consecuencias de la pandemia y los riesgos que conlleva, salen a la calle sin protegerse ni proteger a los demás.
Su contagio y su paso por el hospital le arrancan una reflexión sincera sobre esta triste realidad:
“Como ser humano, no deja de sorprenderme la estupidez humana. No tiene límites. Si la gente hubiese pasado lo que yo he pasado, yo creo que no se hubiese tirado a la calle como lo ha hecho. Siento impotencia y rabia”.
Mario intenta recordar dónde entró en contacto con el virus
Con el uniforme ya puesto, Mario intenta recordar dónde entró en contacto con el virus. Apunta a un viaje a Huelva donde coincidió con gente de Madrid, pero no puede estar seguro.
Ha dado las gracias a todo el personal sanitario del Hospital Virgen Macarena de Sevilla que durante día y noche ha luchado por su salud y la de su madre. Su gratitud es con todo el personal porque sin el trabajo de todos nada sería igual.
Ahora espera que su experiencia ayude a sus conciudadanos a sacar una lección, y a aprender lo importante que es proteger nuestras vidas y a las personas a las que amamos.