Un libro del profesor Gabriel Songel, catedrático de Diseño de la Universidad Politècnica de València (UPV), adelanta 300 años la primera referencia en un documento al Santo Cáliz que se custodia en la Catedral de esta ciudad, considerado el de la Última Cena, y corrobora datos que hacen «más verosímil» que este sea «el auténtico» vaso usado por Jesucristo. Esta primera mención es la localizada en un acróstico en el manuscrito, de finales del siglo XI, que contiene el Relicario del monasterio San Juan de la Peña (Huesca).
La obra, ‘El cáliz revelado’, recoge «una investigación transversal e interdisciplinar» desarrollada durante diversos años sobre el diseño de esta pieza tal cual se conoce en la actualidad. El estudio Songel se ha llevado a cabo «desde el diseño, la numismática, la paleografía y la codicología» y ha permitido «construir una hipótesis innovadora» para explicar de manera «más profunda» el cuidado y los ornatos que dan lugar a la pieza actual y los aspectos que la convierten «en reliquia única».
Asimismo, demuestra que este cáliz «ya estaba en San Juan de la Peña en el siglo XI y que ya era una reliquia venerada y protegida antes del fenómeno de la exposición y ostentación de las reliquias del siglo XIV». El estudio ha aportado como «dato histórico y artístico» que el objeto ya estaba compuesto tal cual lo conocemos en la actualidad y que fue montado antes del siglo XIV.
Gabriel Songel ha presentado este lunes el libro en la Catedral de València junto al canónigo de la Catedral de València Jaime Sancho; el canónigo celador del Santo Cáliz, Álvaro Almenar; la coordinadora de la Ruta del Grial-Turisme Comunitat, Fina Doménech, y Rafael Domínguez, representante de la editorial Tirant lo Blanch, que ha publicado este trabajo.
Hasta ahora, la primera referencia a la existencia de este cáliz era el documento por el que el rey aragonés Martín El Humano reclamó en 1399 a los monjes de San Juan de la Peña la entrega la pieza, considerada como «el cáliz de piedra preciosa de la Última Cena», han destacado Songel y Sancho. El profesor ha señalado que la intención de su estudio no era determinar si este era el vaso que usó Jesucristo sino analizar «cómo se hizo el cáliz tal como lo conocemos ahora».
Así, el catedrático ha destacado que «lo más importante» era conocer «cómo se realza la copa que estaba en San Juan de la Peña y se decide realzarlo en época medieval», antes de llegar a València, ciudad a la que en el siglo XV lo trasladó Alfonso El Magnánimo. Ha valorado la posibilidad de «aportar conocimiento nuevo, complementario, a lo que existe».
No obstante, Songel ha señalado que la tradición oral aparece de nuevo en los datos que se aportan en su investigación y que estos «hacen ver que la tradición relata cosas relacionadas con la verdad» y con la creencia de que el valenciano sea el cáliz de la Última Cena.
«Estos descubrimientos corroboran que el cáliz estaba en Aragón en la Edad Media, por lo menos, en el siglo XI y corroboran datos que aparecen en la tradición oral de San Lorenzo, no escrita», y «vuelven a mencionar lo que la tradición había contado siempre sobre la historia de San Lorenzo, lo cual hace más verosímil que el cáliz de València sea el auténtico», ha expuesto.
Respecto a esta posibilidad, ha comentado que «lo que está claro y no se ha podido rebatir hasta ahora es que la copa superior del cáliz de València es de un ágata que solo se genera en Palestina –cerca de Alejandría, ha precisado-» y que «está tallado de una forma muy especial en torno al siglo I de nuestra época».
Tras ello, ha coincidido con Jaime Sancho en señalar que otros cálices que se planteaban como los usados por Jesucristo «han ido cayendo» como tales «porque no han pasado el filtro arqueológico, eran muy posteriores, tenían otra finalidad», estaban hechos de otros material o no contaban con tradición oral. A este respecto, ha aseverado que esta «sustenta en muchos casos lo que tenga de veraz cualquier pieza».
«Da la casualidad de que los demás no tienen esa tradición oral. Nadie había hablado de ello. Del que más se ha hablado en la historia es el de València. Por lo tanto, creo que le da mayor verosimilitud», ha insistido el catedrático de la UPV.
Igualmente, ha manifestado que el ornato y el cuidado dado a lo largo de la historia a la pieza custodiada en la catedral valenciana llevan también a pensar que «siempre ha sido para realzar lo que significaba y lo que suponía». En esta línea, ha apuntado también a esta teoría se suman «el hecho de que no se haya sido divulgado, de que no aparezca ningún documento» posiblemente «como un criterio de protección».
Gabriel Songel ha explicado que su investigación ha llevado a hallazgos «sorprendentes», el primero «comprobar que la composición del cáliz tal cual lo conocemos actualmente fue hecha siguiendo un patrón de diseño que ya se conocía» y que corresponde con el usado para hacer «las marcas de cantero», las inscripciones que hacían estos profesionales sobre las piedras que labraban para las construcciones medievales.
El profesor ha indicado que la coincidencia de las proporciones del cáliz con los puntos clave del patrón apuntan a que no fue una casualidad el uso de retículas compositivas en su diseño. Como segundo descubrimiento ha resaltado que observó que la inscripción «diminuta» que hay en la base de esta pieza también corresponde a un patrón de diseño.