La evolución de la barba: una mirada científica al misterio de su origen y función en el cuerpo humano
La barba es un rasgo muy peculiar en el ser humano: es sexualmente dimórfico, se desarrolla o no en función del sexo, y particularmente, de la producción y reconocimiento de hormonas andrógenas. Sin embargo, hay poblaciones humanas cuyos hombres son barbilampiños, mientras en otras los varones gozan de frondosas barbas.
La barba humana está compuesta por pelos gruesos y largos que crecen en la región facial de los hombres adultos tras la pubertad. A diferencia de otros pelos del cuerpo, que se desprenden al alcanzar cierta longitud, los de la barba pueden crecer casi indefinidamente.
Durante la pubertad, los niveles de dihidrotestosterona y otros andrógenos se disparan en los varones, lo que estimula el crecimiento de los folículos pilosos faciales además de otros rasgos sexuales secundarios. La estructura y la densidad de la barba varía entre individuos, según su genética y su producción de hormonas. De hecho, en mujeres con alta producción de testosterona también se puede llegar a desarrollar una especie de barba laxa y poco abundante.
Según la hipótesis más aceptada, las poblaciones que presentan densas barbas pudieron seleccionar ese rasgo por dos motivos no excluyentes. Entoncés, la selección intrasexual entre hombres; la percepción de un rostro barbudo indica mayor experiencia y agresividad, y eso tiende a evitar las confrontaciones, fijándose el rasgo en la población. Por otro lado, en una evolución más cultural, la barba tupida y larga protege el cuello de agresiones, como la producida por arma cortante o por peleas cuerpo a cuerpo, de un modo similar a como la melena del león protege el cuello de la mordida de sus congéneres.