El emblemático toro de la bodega gaditana ha sido el símbolo de tres generaciones, sufrido numerosos cambios y combatido fieramente por su supervivencia.
Hoy es un símbolo de España y decora carreteras de todo el mundo, excepto en las provincias castellanas de Ávila, Palencia y Valladolid.
Historia
Cuando el Grupo Osborne encargó al artista Manolo Prieto (curiosamente, conocido por sus ideas comunistas) que diseñara un logo para su nueva marca de brandy Veterano, allá por 1956, ninguno imaginó la repercusión que su inocente toro tendría en nuestro país.
Lo que empezó como una valla publicitaria hecha de madera, con 4 metros de altura, ha terminado por ser un símbolo nacional de 14 metros de puro hierro, y hubo un tiempo en que hubo hasta medio millar rondando a los bordes de las carreteras peninsulares. Hoy quedan 91. Andalucía (24), Castilla León (14), Castilla – La Mancha (13) y la Comunidad Valenciana (11) son las comunidades con más muestras.
Originariamente, el toro tenía los cuernos blancos y venía impreso con el nombre del brandy. El primero se colocó en el kilómetro 55 de la carretera que llevaba de Madrid a Burgos, a la altura de Cabanillas de la Sierra.
En 1988, tras una reforma en la Ley General de Carreteras, se prohíbe toda publicidad visible desde las carreteras estatales y la marca se ve obligada a borrar su nombre de los toros, que desde entonces quedarán como los conocemos hoy en día, enteramente negros, y la imagen deja de tener un fin estrictamente comercial para convertirse en uno de los símbolos nacionales más reconocidos de España.
Tanto, que cuando se publica el Reglamento General de Carreteras en 1994, ordenando la retirada de todos los toros de Osborne que restaban, una numerosa comunidad de artistas, políticos y diversas figuras públicas comenzó un movimiento para su conservación, amparados por las comunidades de Navarra y Andalucía. Incluso el propio Congreso de los Diputados lo declaró patrimonio cultural. Finalmente, tras tres años de incertidumbre, el Tribunal Supremo dictó sentencia a favor de su mantenimiento por ser un bien de interés estético y cultural para todos los pueblos de España. Y el toro echó raíces.
Listado de las ubicaciones concretas de todos los toros
Tan solo las provincias de Ávila, Valladolid, Cantabria, Gerona, Gipuzkoa, Vizcaya, Huelva, Murcia, Palencia, Castellón, Tarragona, Lérida, Barcelona y Teruel viven sin toro de Osborne en sus carreteras. Especialmente mediática ha sido su retirada de tierras catalanas.
El último toro que se colocó en ellas, concretamente en la región de Brut, en 2016, apenas tardó una semana en ser derribado por un grupo nacionalista catalán conocido como la Hermandad Catalana La Bandera Negra, bajo la idea de que su propósito era “limpiar la sagrada montaña de Montserrat de la inmundicia cornuda española que pretendía ensuciarla”.
Asimismo, los movimientos nacionalistas catalanes adoptaron a partir de esa emblemática figura otra que les diferenciase de la cultura española, una figura creada en un principio como una broma seria por los bañolenses Jaume Sala y Àlex Ferreir. Esta figura sería el famoso ruc català, o burro catalán.
Creo que es una faena vivir sin uno de los símbolos nacionales, el toro de Osborne, aunque quizá, al saberlo, en la Junta de C. y León se considere trasladar los que quedan ubicados en León.
He dicho
Semejante símbolo, tan inmenso y mediático, ha sido producto del arte español a lo largo de los años. Más allá de los souvenirs para turistas, numerosos artistas han utilizado el toro como medio de reivindicación para sus ideas.
El artista cacereño Javier Figueredo pintó manchas blancas en el toro y le colocó ubres, como protesta por la falta de igualdad entre hombres y mujeres. Cumplió dos días de arresto domiciliario y el toro fue limpiado.
También destaca el uso que le dio el artista urbano Sam3, al pintarlo con escenas del famoso cuadro de Guernica como señal de protesta antitaurina. El colectivo LGTB y Greenpeace son algunos de los grupos que también han utilizado este símbolo como medio para reivindicar sus ideas, ya sea pintándolo con la bandera multicolor o creando el suyo propio en la A-1.
Una figura tan maleable y emblemática no puede dejar indiferente a los diseñadores y artistas españoles. Por eso mismo, los diseñadores Vittorio y Lucchino también representaron su propia versión, así como numerosos miembros del mundo del arte global. Incluso el inmortal Salvador Dalí lo utilizó como inspiración para algunas de su obras.
El toro de Osborne por el mundo
Los grandes símbolos traspasan fronteras, y este toro no iba a ser menos. Hay representaciones suyas en carreteras de México y otro en Copenhague, en el Superkilen Park. Pero si hay un toro español internacional, ese es el que colocó en la pequeña localidad japonesa de Matsunoyama.
El país nipón, conocido por sus bruscos contrastes entre tradición y tecnología, quiso añadir el símbolo a una exposición mundial de arte, con la intención de retirarlo cuando esta terminase. Sin embargo, el inmenso éxito que tuvo (hasta 550.000 personas lo visitaron) dio pie a considerarlo parte de la colección permanente, y allí sigue, hasta que el viento o los años terminen por derribarlo definitivamente.
Por norma general, la empresa fundada por Thomas Osborne Mann a finales del siglo XVIII paga un precio simbólico de 24 botellas de vino al año a los dueños del terreno donde están asentados sus toros, aunque parece que nuestros amigos japoneses están tan contentos con su nueva figura que el pago ideal será simplemente ir a visitarlos.