Babia atesora un dilatado pasado ganadero, hasta el punto de que durante siglos encabezó la lista de los destinos más anhelados por los rebaños trashumantes, pero el peso de su propia historia ha dejado una huella muy notoria en su territorio: la escasez de masas forestales. Esta es ll Sulvayu, una pequeña laguna en el corazón del pinar de Piedrafita de Babia.
La laguna
No es que en Babia no haya bosques, que los hay, pero no tantos como en otras zonas de la cordillera Cantábrica. Con el fin de ampliar los pastizales disponibles para acoger a los rebaños de merinas, muchos bosques babianos sucumbieron al azote del fuego y del hacha, dando el relevo a inmensos prados de diente y de siega que han perdurado hasta nuestros días.
Los bosques de Babia
Es por eso que en la actualidad, al recorrer Babia, cualquier bosquete destaca manifiestamente en el paisaje. Hay uno, que estrictamente no es un bosque sino una plantación, que llama la atención por su ubicación y por su sugerente belleza. Se trata del Pinar de Piedrafita de Babia o de Monte Carcedo, una plantación de pinos que, sin embargo, es tan antigua que ha alcanzado un grado de naturalización muy elevado, por lo que llamarla “bosque” ya no es del todo incorrecto.
El Pinar de Piedrafita
La idea de este pinar fue pergeñada por un vecino de Piedrafita, y fueron sus habitantes quienes, en 1912, acometieron su plantación. Desconozco los motivos para hacerlo, aunque supongo que, aparte de los puramente estéticos, también influirían otros mucho más prácticos, ya que esta localidad se sitúa a los pies de fuertes pendientes y la escorrentía del agua y la caída de fragmentos rocosos podrían haber supuesto un problema cuya solución pasaría por estabilizar el sustrato plantando árboles. Tal vez también buscaran contar con una fuente de madera en las inmediaciones del pueblo; pero repito: todo esto son elucubraciones mías.
El Pinar de Piedrafita se extiende por la ladera oriental del Alto del Cuerno y, cada vez más, por la falda de Peña Larga.
En su más de un siglo de existencia, las diferentes especies de pinos de este pinar han aprendido a compartir el espacio con otros árboles caducifolios. Como prádanos (arces), capudres (serbales), fresnos, acebos y algunos otros más. Es un bosque acogedor que se tiñe del amarillo de las escobas en primavera. Una vez que los cerezos y los majuelos ya se han deshecho de sus fragantes flores blancas. Oferta varios senderos por los que es sencillo evadirse sin perderse. Que de vez en cuando alcanzan algún balcón que obliga a la vista a evadirse y a perderse en los paisajes infinitos de Babia y de Laciana. No dejes de visitar esta laguna en Babia.