Bien sabido es que los Picos de Europa son un santuario de la alta montaña donde es posible acariciar un cielo que parece extenderse a ras de la parte más alta de sus soberbios macizos de roca caliza.
También es bien sabido que se trata de un espacio único, con paisajes exclusivos que, sin ser desoladores, hablan mucho de lo desoladoras que pueden ser las condiciones en ambientes tan agrestes como estos.
Y bien sabido es que es un escenario diferente, embaucador, que proclama su poderosa grandiosidad a la par que impone una sensación de pequeñez, y también, por supuesto, de inmensa fortuna cuando se disfruta de semejante espectáculo.
¿ Qué son los Picos de Europa?
Pero los Picos de Europa son mucho más que eso. No todo son macizos calcáreos, sino que hay muchas otras montañas cuyas entrañas están construidas con rocas muy diferentes; no todo son grandes alturas, sino que también existen otras muy bajas que ofrecen asiento a traviesos ríos de montaña; no todo son panoramas abiertos e interminables, sino que también abundan los espacios recoletos que invitan al más íntimo de los recogimientos. Y no todo son laderas desnudas, apenas tapizadas por unas cuantas plantas demasiado valientes, sino que también abundan los bosques.
El espacio privilegiado de los Picos de Europa
Y no hace falta buscarlos demasiado, ya que cualquier intento de aproximación a este espacio privilegiado impone el delicioso peaje de atravesar imponentes masas forestales. Una afortunada conjunción de factores geológicos, topográficos y climáticos han hecho posible que alrededor de los tres macizos picoeuropeanos prosperen grandes bosques dominados por árboles caducifolios.
Los bosques y más…
Bien conocidos son los hayedos, que aquí abundan, pero también hay robledales, tilares, fresnedas, saucedas, bosques mixtos y, aunque nunca ocupan grandes extensiones, también existen bosquetes de especies perennifolias, como los acebales.
Aunque suene a perogrullada, siempre digo lo mismo: un bosque es un bosque y todo lo que conlleva. Me explico: ¿qué es un bosque? Pues mucho más que un montón de árboles, sin duda. De una forma muy sencilla, puede decirse que es un ecosistema en el que la vegetación predominante la constituyen los árboles. Pero han de haber llegado ahí de forma natural, cumpliendo las normas que imponen las condiciones ambientales de cada lugar y también esos delicados procesos de sucesión que provocan que, cuando las condiciones cambian, también lo haga la composición de las comunidades vegetales. Un bosque es algo muy complejo y también muy equilibrado. Un bosque es un bosque por sus árboles, pero también por sus matorrales, por sus hierbas, por sus helechos, musgos, hongos y líquenes, por la hojarasca que se extiende sobre el suelo, por lo que ocurre dentro de este y por lo que sucede en su superficie, por sus sombras y sus luces, por las nieblas que lo abrazan cada mañana, por los regatos que lo recorren… Y también por su fauna, que siempre guarda una concordancia absoluta con todo lo demás y que, en cada tipo de bosque, suele incluir a varias especies tan estrechamente vinculadas a la vegetación que la conservación de las primeras sería del todo imposible sin la de la segunda.
Nosotros también somos parte de los bosques
Nosotros también podemos ser parte de los bosques, aunque sea de forma esporádica cada vez que paseamos por ellos. Y ya lo sabéis… ¡es maravilloso sentirse parte de un bosque por un rato! Desde luego, no se me ocurre un lugar mejor para hallar el equilibrio, la tranquilidad y el recogimiento que a veces tanto necesitamos. Pero que nunca se nos olvide: si los bosques nos regalan esas sensaciones es porque ellos mismos son equilibrados, tranquilos y recogidos, y si así los encontramos, así debemos dejarlos.
IMAGEN: Aspecto otoñal de los hayedos y robledales del valle de la Riega del Arenal (Santa María de Valdeón – Puerto de Pandetrave, León).
El consejo de Rodrigo Castaño: «Siempre hay que visitar estos lugares con la intención de que la segunda vez podamos encontrarlos como lo hicimos la primera».