Quizás, después de cuatro décadas en Villalar, ha llegado el momento de replantearse esta festividad, recordar otros acontecimientos, festejar otros hechos (aunque se mantuviera la fecha) y liquidar una fundación que no sirve para lo que fue creada y que su misma existencia es un oprobio a la inteligencia.
Y ya se acerca el dia, ¡¡¡qué nervios!!! , ¡¡ya estoy en Villalar!! llueve…..
¿Y qué hacemos mañana en León?
Se ha tenido que crear una fundación desde la Junta de Castilla y León para intentar crear artificialmente un sentimiento de comunidad que justifique la existencia no solo de la fiesta de Villalar sino la existencia misma de esta comunidad autónoma. Sin embargo, 39 años después (equivalente a la duración de Franco en el poder -casualmente, este 23 de abril de 2022, superará ese tiempo-) ni existe sentimiento de comunidad (los castellanos se siguen sintiendo castellanos, y los leoneses nos seguimos sintiendo leoneses), ni se ha arraigado entre los leoneses el sentimiento festivo (más allá de ir a IKEA en día de diario asturiano), ni tampoco la vinculación emocional con los comuneros que se levantaron contra Carlos I para mantener sus privilegios.
Se ha dilapidado una exageración de dinero público (entre un millón y un millón y medio de euros anuales, desde 2003) sin ningún resultado práctico o efectivo, que mejor hubiera ido destinado a crear infraestructuras en la región leonesa, como parte integrante de esta comunidad, que se ha visto permanentemente olvidada en estos 40 años; o a recuperar y/o restaurar patrimonio histórico, o a difundir en los libros de texto escolares la existencia, logros y avances del Reino de León (el Fuero de León de 1017, los Decreta y Cortes de 1188; el reinado de la primera reina en Europa, Urraca I, el mantenimiento de un ordenamiento jurídico clave en el reconocimiento de derechos de los ciudadanos . . .), o a . . . tantas y tantas cosas que sonroja comprobar cómo se ha derrochado el dinero público para nada.
En la campa de Villalar sonarán acordes folklóricos castellanos, pero no sonará la Jota de Boñar, ni los Titos de Corbillos; ondearán banderas castellanas o de Castilla y León, pero no flameará la purpurada leonesa; se recitarán versos castellanos pero no se leerá a Gamoneda, Aparicio o Merino; se oirán discursos llenos de palabras vacías de contenido apelando a una identidad inexistente; se representará una farsa tan elocuente como el vacío que dejará cuando se cierre la jornada hasta el año siguiente. Una bufa tan artificiosa como ficticia que sería cómica si no fuera porque la estamos pagando todos a un precio inasumible.
Quizás, después de cuatro décadas, ha llegado el momento de replantearse esta festividad, recordar otros acontecimientos, festejar otros hechos (aunque se mantuviera la fecha) y liquidar una fundación que no sirve para lo que fue creada y que su misma existencia es un oprobio a la inteligencia.
¡¡¡¡¡¡Leoneses, mañana celebraremos el día del libro por todo lo alto!!!!!!
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