Un nuevo capítulo de la historia de la elección del 23 de abril, fecha de la derrota de la batalla de Villalar de los Comuneros, como día de la Comunidad de Castilla y León.
Si has leído la primera y la segunda parte, ahora podrás ver como finaliza la historia.
Ayer decíamos que no se comprendía la actitud del nuevo monarca, y la burguesía no comprendía por qué había que apoyar a un rey que no respeta a sus súbditos y se explicaba que esa situación había sido el origen del movimiento comunero.
Pues bien, os seguimos contando.
En los siglos anteriores se habían ido formando en las ciudades núcleos de comerciantes, artesanos y oficios bajo el nombre de “comunidades” que se enfrentaban a los abusos de los poderosos. Eran ciudadanos “del común” a quienes también se unieron nobles y clérigos descontentos, y fueron quienes más apoyaban a los burgueses sublevados.
La revuelta se inició en Toledo, seguida de Segovia y Valladolid, uniéndose después otras ciudades como Burgos, pero esa ciudad rápidamente la abandonó ante el temor de perder el comercio de la lana. Fue apoyada por ciudades leonesas (León, Zamora, Salamanca), de Castilla la Vieja (Segovia, Burgos, Ávila, Valladolid, Palencia), de Castilla la Nueva (Madrid, Toledo, Cuenca, Guadalajara), Extremadura (Plasencia) y Murcia (Murcia); pero también hubo ciudades en estos territorios que apoyaban al rey (Ciudad Rodrigo, Cáceres, Medina de Rioseco, Burgos), así como en Andalucía que fue mayoritariamente favorable al rey (Sevilla, Cádiz, Jerez, Úbeda, Andújar, Ronda, etc). Lo que viene a significar que la revuelta comunera fue un movimiento ocurrido en lo que era en aquel entonces la corona de Castilla, no ceñido a lo que es la actual comunidad autónoma de Castilla y León.
El primero en encender la chispa de la sublevación fue Juan Padilla, que era uno de los representantes de Toledo en esas cortes de Santiago (que se trasladaron a La Coruña para poder embarcar rápidamente el rey hacia Flandes), quien no acudió a dicha cita, molesto porque se les daban muchos cargos a flamencos. Juan Bravo, en Segovia, le apoya y Maldonado en Salamanca se une a la revuelta.
Los sublevados se enfrentaron a las tropas reales obteniendo alguna victoria, pero rápidamente los ejércitos del rey fueron venciendo en las batallas y las ciudades sublevadas fueron aceptando la autoridad de Carlos I. La batalla más significativa fue la de Villalar, ocurrida el 23 de abril de 1521, donde vencieron las tropas reales, siendo decapitados al día siguiente de la batalla los líderes más significados de la revuelta, Padilla, Bravo y Maldonado.
Por todo ello, se puede decir que el movimiento comunero nació como consecuencia de agravios comparativos al pretender que la nobleza castellana no fuera sustituida por la nobleza flamenca en los cargos de la corte del rey; lo que pretendían era mantener los privilegios de los que gozaban con los reyes católicos, provenientes del pasado y, sobre todo, por cuestiones fiscales y de pago de gastos del rey que no se entendían. Es cierto que las ciudades (y en ellas tanto la nobleza y burguesía como ganaderos, comerciantes laneros, etc) apoyaban a los “revoltosos”, pero también es cierto que los que se sublevaban y se podían alzar en armas contra el rey eran quienes tenían ejércitos propios y gobernaban las ciudades, es decir la nobleza y alta burguesía que contaba con el poder económico, político y millitar necesario para ello; si bien es cierto que eran apoyados por el común de los ciudadanos en las ciudades que dominaban, que no querían a un rey extranjero.
A partir de ahí, vienen las interpretaciones según el prisma desde el que se quiera analizar. Se puede ver la revuelta como un intento de permanencia de privilegios medievales; o como el primer intento de revolución burguesa adelantada a su época.
Se ha querido presentar como un inicio democrático al presentarlo como la sublevación del pueblo contra el rey pretendiendo más libertad de las ciudades frente al rey, y limitando la libertad del monarca; pero lo cierto es que la libertad real que se pretendía limitar nada tenía que ver con la democracia actual, sino que era más bien para perpetuar los privilegios nobiliarios y para frenar el alza de impuestos destinados a los intereses del rey en Europa. ¿Es una limitación del poder real? Sí; pero no para suponer un correlativo derecho del pueblo, que es la raíz de los regímenes democráticos. No se trataba de una revolución como la francesa del pueblo frente al rey y nobleza, sino que fue un levantamiento de parte de la nobleza y la burguesía, apoyado en las ciudades que dominaban, frente a los deseos reales de subirles los impuestos y de excluirles de la corte real.