La Guardia Civil recogió un centenar de evidencias que apuntan a Javier Ledo Ovide como autor del crimen de Paz Fernández Borrego, la gijonesa asesinada a golpes con un objeto contundente, cuyo cadáver fue hallado en el embalse de Arbón (Villayón) el pasado 6 de marzo, tras haber desaparecido en Navia el 13 de febrero. Entre esos objetos se cuenta un rodillo de amasar del que se sospecha que podría haber sido el arma homicida.
La Guardia Civil está a la espera del resultado de los informes para determinar si fue este objeto u otros encontrados en la vivienda de Ledo en Navia los utilizados para causar las fracturas que mataron a la mujer, según indicó ayer en un entrevista televisiva el teniente coronel Luis Germán Avilés. «Creemos que lo tenemos», aseguró el jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Oviedo.
El propio Ledo admitió en su declaración que había golpeado con el amasador a la mujer, aunque en las manos, con el fin de quitarle el dinero que, según él, le había arrebatado. En ese momento, declaró ante la jueza del caso, la mujer se cayó accidentalmente por las escaleras de la vivienda, hasta dos veces, golpeándose mortalmente la cabeza. Inicialmente se había hablado de una muleta como posible arma del crimen.
Ledo dijo además que se había deshecho del cuerpo por miedo a las consecuencias, puesto que tenía pendiente un juicio por malos tratos a su exmujer. Ni qué decir tiene que los investigadores no creen esta versión y que consideran que la muerte de la mujer fue un asesinato premeditado.
Javier Ledo comparecerá a las once de esta mañana ante el Juzgado de Violencia de Gijón, que se ha hecho cargo del caso al considerarse como un crimen de índole machista, teniendo en cuenta la relación sentimental que mantenían el supuesto asesino y la víctima. En la comparecencia se ratificará el ingreso en prisión ordenado por el Juzgado de Luarca, que instruyó inicialmente las diligencias.
Ledo fue trasladado a la prisión de Mansilla de las Mulas, en León, al tratarse de un «preso mediático» y con el fin de garantizar su seguridad personal. El temor a agresiones había hecho que se restringiese su contacto con el resto de los presos de la cárcel asturiana.