La gran historia de la casa que desconocías Mudéjar en la ciudad de León
En la esquina de la calle de San Agustín con Alcázar de Toledo de la capital leonesa, no pasa desapercibida para nadie, la casa de estilo neomudéjar que desde hace muchos años se encuentra abandonada, dejado sólo entrever lo que fuera una espléndida y exuberante edificación diferente a las casas aledañas.
El edificio está declarado bien de interés cultural y protegido por el plan especial de León como uno de los 75 edificios más emblemáticos de la ciudad. En realidad, la edificación está compuesta por dos edificios, la parte que da a la calle San Agustín, donde se encuentra el jardín, es obra del arquitecto Arsenio Alonso, mientras la parte más alta, con fachada sólo a la calle Alcázar de Toledo, lleva el sello de Manuel de Cárdenas. Ambos son bien de interés cultural desde el 13 de febrero de 1998, “con categoría de Monumento”, según consta en el Boletín Oficial del Estado de ese día a instancias de la Junta de Castilla y León.
La declaración sirvió entonces para garantizar su conservación íntegra, tal y como lo concibieron los arquitectos la rehabilitación no incluyó la remodelación interior del inmueble, sino simplemente un lavado completo de cara.
La parte de Alcázar de Toledo más alta se enriqueció, en su fachada y su portal, con motivos decorativos de formas geométricas y vidrieras de diseño modernista. Además, en la parte que da al jardín interior, sobresale un torreón de ladrillo, coronado con una cubierta de pizarra en forma de escamas. “Las características estructurales y constructivas, a pesar de ser un edificio de mayor altura, son similares a las del número 11, edificio neomudéjar colindante”, señala la descripción de la Junta. El edificio está incluido en algunas visitas guiadas por la ciudad de León, dada su espectacular fachada. Estas dos viviendas están declaradas BIC (Bien de Interés Cultural) desde 1997.
La arquitectura neomudéjar, en este caso de un marcado carácter neoislámico, llegó de forma tardía a león, con este conjunto de edificios. En la búsqueda por un estilo nacional, se recurrió al mudéjar como un arte único, presente sólo en España y acorde además con la visión romántica que se tenía de nuestro país en el extranjero. El arte nazarí y califal proporcionaron los recursos necesarios para dotar de esa riqueza y personalidad buscados. Estaba ligado además a una burguesía más liberal.
El interés hacia este estilo en León estaba centrado en una búsqueda de la monumentalidad y belleza a través de la capacidad evocadora y lo exótico y pintoresco de su aspecto. En este gusto redunda el gran jardín con especies de plantas propias de climas exóticos, como las palmeras. Al situarse en una calle tan cercana al centro del Ensanche, se busca la monumentalidad, deslumbrar y sorprender por su belleza pintoresca. El proyecto elaborado por Cárdenas, que quedó incompleto, consistía en un gran bloque que ocuparía toda la manzana habría contado con dos grandes fachadas confluyentes en la plaza Circular del Ensanche, donde se levantaría una torre en el mismo estilo. Los elementos más característicos en estos edificios, extraídos directamente del arte islámico presente en la península son varios.
En primer lugar se recurre a la bicromía que alterna rojo y blanco. Los arcos toman diversas formulaciones: el característico arco de herradura, así como polilobulados, aquillados o angrelados. Se sitúan sobre algunos de ellos alfices, y aparecen de manera individual, bífora o trifora. Destaca también la forja de los antepechos de los balcones, con motivos geométricos de lacería que se encuentran también en la decoración de azulejos polícromos presente en los alfices y en torno los portales.
En el patio de edificio elaborado por Arsenio Alonso, en la esquina izquierda del interior del mismo, desde la perspectiva del espectador, se divisa una torre de ladrillo. De un marcado sabor medievalista, el cuerpo se articula mediante líneas de imposta que marcan los pisos, y termina en un pintoresco chapitel cónico sobre canecillos.