La autora material del crimen sigue en prisión junto a su hija, mientras la policía local implicada en el caso ya dispone del «tercer grado»
Uno de los crímenes más mediáticos en León
A las 17:15 horas del día 12 de mayo de 2014 la entonces presidenta del PP de León y de la Diputación Provincial, Isabel Carrasco, salió de su casa en el Paseo de la Condesa de Sagasta, en León, y caminó por la pasarela que le llevaría al Paseo de Salamanca de la capital donde estaba ubicaba la sede de la formación popular.
Pero Isabel no sabía que una mujer, tapada con un pañuelo en la cabeza, caminaba tras ella para descerrajarle, por la espalda, un tiro en la nuca y otro más en la cabeza que la hicieron caer agonizando al suelo. Una vez allí su asesina realizó tres disparos más, uno que volvió a impactar sobre Isabel, otro que falló contra el suelo y un tercero que no fue disparado al quedar el cartucho encasquillado en el revólver Taurus del calibre 32 que sirvió como arma homicida.
Para entonces Isabel, que hasta ese momento era una de las mujeres más relevantes y poderosas del panorama político leonés, ya estaba muerta.
La asesina huyó del lugar ajena al hombre que seguía sus pasos, un policía jubilado que lo había visto todo y que, decidido y sin olvidar la que había sido su profesión durante años, la siguió mientras llamaba al 112 e informaba de la localización de la asesina en cada momento.
Tras cruzar la avenida, la mujer enfiló por la calle Lucas de Tuy, cogió la primera calle a la derecha, que es Colón y o bien allí, o en la plaza del mismo nombre, unos metros más adelante, le entregó a su hija Triana Martínez que la esperaba, un bolso de color negro con el arma. El mismo bolso que ésta dejaría más tarde en el coche de la policía local Raquel Gago.
Si aquel policía jubilado no hubiera estado presente, el caso podría no haberse resuelto.
Agentes de la Policía Local que habían sido alertados por la llamada del único testigo del crimen, lograron identificar a las dos sospechosas cuando estas se encaminaban a recoger su vehículo en las inmediaciones de Gran Vía de San Marcos. El arma no estaba en su poder, habían cambiado su vestimenta, pero sus respuestas incongruentes propiciaron que fueran retenidas.
Antes de ser detenidas, las asesinas advirtieron a los agentes de que ellas eran «la mujer y la hija del comisario de Astorga».
Alimentando el odio
Monserrat hizo suyo el sentimiento de odio surgido en el interior de su hija única, que consideraba un derecho adquirido obtener un empleo fijo en la Diputación de León, aunque fuera con unas oposiciones amañadas, y que la Presidenta Isabel Carrasco le estaba negando. Triana alimentó en su interior la idea de persecución por parte de Isabel Carrasco al impedirla además entrar en política, algo que también deseaba.Y de esos sentimientos habló también a su amiga, la policía local, Raquel Gago.
En la vivienda de Triana se localizó otra arma, marihuana y seguimientos que había estado haciendo a la fallecida.
La figura de Raquel Gago
Quizás fue la figura más sorprendente de la trama, nadie en León podía entender su papel en aquel sinsentido, para unos «algo habrá hecho», para otros «tuvo la mala suerte de estar a la hora y en el sitio equivocado»; lo cierto es que Gago había compartido café y tertulia horas antes con madre e hija en la vivienda de la segunda, estaba en la zona de huida y la pistola del crimen apareció en el interior de su coche sin que ella pudiera ofrecer una explicación de cómo llegó allí.
Raquel entregó el arma del crimen 30 horas después del mismo. Reconoció que estaba en el interior del bolso que Triana dejó en su coche en las inmediaciones del crimen pero no acertó a buscar una justificación coherente para la localización tardía de la pistola.
Ahora Raquel disfruta del tercer grado concedido en el centro penitenciario Madrid I de Alcalá de Henares al que fue trasladada tras su paso por Villahierro en Mansilla de las Mulas, León.
El gran Show del Juicio más mediático de León
La audiencia provincial de León acogió la vista oral del asesinato, en medio de una gran despliegue de medios de comunicación, llegados desde toda España. Un juicio con luz y taquígrafos, hechos rocambolescos como la desaparición por unas horas del abogado de Raquel Gago, y un jurado popular que tuvo que aislarse durante todos los días que duró la vista, para después dar su veredicto.
Durante el juicio pudimos ver a Monserrat, angustiada por el estado de su hija, «Era ella o mi hija» aseguró en la vista oral para reconocer de forma fría y desapasionada ser la autora de un crimen que volvería a repetir.
Triana se mostró en todo momento fría y distante, casi inmutable mientras se relataba una y otra vez cómo se había fraguado, planeado y ejecutado el crimen.
Gago sí hizo visible su angustia y lágrimas en el juicio, pero no supo explicar cuál había sido su implicación real en todo el asunto. Su indefinición y la polémica actuación e su abogado, no la ayudaron en el juicio.
El jurado popular lo tuvo claro: todas eran culpables en mayor o menor grado. La sentencia, recurrida hasta el Tribunal Supremo, supuso una condena de 22 años para Monserrat González como autora del asesinato. Su hija Triana Martínez fue considerada cooperadora necesaria con una pena de 20 años. Y Raquel Gago, fue declarada cómplice con 14 años de prisión.
Volvería a hacerlo, era su vida o la de mi hija y lo tuve fácil para elegir
La vida en Prisión de Monserrat y Triana
Hace más de 8 años que cambiaron sus lujos por una habitación de 9 metros cuadrados.
Montserrat, pareció no importarle demasiado el cambio, pues como ella dijo en su momento “Bueno, pues esto no está nada mal”.
No fue lo mismo para su hija Triana, que paso sus inicios entre psicólogos y médicos, atravesando una fuerte depresión y dentro del programa de prevención de suicidios. Algo que no ayudo a mejorar la situación fue que se encontraran en módulos diferentes, el 10 de mujeres para Montserrat y el módulo 7 mixto y de respeto para Triana.
Su paso por la prisión de Villahierro en Mansilla de las Mulas, estuvo lleno de problemas con los funcionarios y resto de reos, quejas por parte de sus compañeras de celda… No consiguieron integrarse, ni quisieron, por eso desde Instituciones Penitenciarias, dos años y medio después de su ingreso en prisión se optó por su traslado a la prisión de Villanubla en Valladolid.
En Valladolid tampoco lo consiguieron, argumentaban tortura psicológica y afirmaban que existía una persecución por parte de los funcionarios de la prisión.
Todo indicaba que no acababan de encontrar su sitio, no salían de la celda y apenas se relacionaban con el resto de presos, aun así por extraño que resulte, Triana encontró el amor del que hablaremos más adelante.
Un par de años mas tarde, en octubre de 2018, consiguen el traslado a la cárcel de Asturias. Alegaron estrechos vínculos con la región, más concretamente con Gijón, donde vivieron casi veinte años y donde aun conservan un piso. Vivienda que posteriormente fue usada por el padre y marido de las condenadas, el inspector jefe de la Policía que paso su última etapa profesional en la Comisaría de Gijón como mando en la Brigada de la Policía Judicial.
En Asturias, parece que al fin han encontrado su lugar, están integradas y se encuentran felices, todo lo que se puede estar entre rejas.
Amor entre rejas sin fronteras
En junio de 2016 son trasladadas a la prisión de Valladolid, donde entre talleres, grupos de teatro y demás actividades comunes surge el amor, Romeo Chaleru, de 39 años y origen Rumano, condenado por robo con fuerza.
Más tarde se hicieron pareja de hecho, que ya les permitía tener encuentros íntimos una vez al mes.
No habían pasado dos años y Triana y su madre son trasladadas a Asturias, algo que no impidió que continuaran su aventura amorosa, pues Romeo solicitó el traslado de prisión a Asturias que le fue concedido.
Poco más duro la relación, pues en enero del 2021 Romeo es extraditado a Rumania para terminar de cumplir su condena, y la relación terminó.
La muerte del padre
En 2019 el padre y marido de las condenadas ingresa en la UCI a causa del Covid, donde permanecerá unas semanas ingresado para finalmente fallecer en noviembre.
Desde que se cometió el crimen, no faltó a verlas ni una sola semana, eso sí, mientras con su hija las visitas se realizaban con vis a vis familiar y a través de locutorio, con su mujer solo era a través del cristal.
Durante su ingreso, las condenadas solicitaron el traslado a León, se les autorizó, aunque no consiguieron verlo ni un solo día, pues la persona autorizada para las visitas era el hermano del enfermo.
La relación con el resto de la familia paterna no era muy buena y una vez fallecido demoraron el informar sobre el lugar y hora del entierro, lo que provocó que no tuvieran tiempo de llegar al mismo.
Más contenido que puede interesarte
El caso de la muerte de Isabel Carrasco en León conmocionó a todos los leoneses
El caso de Isabel Carrasco en HBO
Aniversario de un crimen, Isabel Carrasco
Raquel Gago se solidariza con la familia de Carrasco
Villanubla pide el traslado de las asesinas de Carrasco por su mal comportamiento
Montserrat se queda sin opciones y el caso Carrasco se cierra
El Tribunal de Estrasburgo inadmite el último recurso de Triana y cierra para ella el caso Carrasco