Que la morcilla en León es un manjar, no lo duda nadie pero de ahí a liarse a tortas por ello, existe un abismo o incluso algo todavía más profundo.
Esto es un artículo de opinión de una persona que vivió una situación muy desagradable como consecuencia de una morcilla de León en una carnicería muy conocida pero que por respeto, vamos a omitir el nombre.
La carnicería, la morcilla de Léon y la discordia
A media mañana de hoy miércoles día 13 de abril mientras el carnicero de mi carnicería de San Mamés despachaba a una mujer con un carrito de bebé que tendría en torno a unos 30 años de edad, viví lo nunca visto por unas corras de morcilla de León.
Ella no tenía aspecto sospechoso
La mencionada mujer como todos los que estábamos en la carnicería, esperaba su turno para comprar unos filetes de pollo y unas chuletas de sajonia. En esos momentos, entró otra mujer de una edad similar pero sin carrito de bebé. Una mujer que a simple vista, tal y como después comentamos todos los que estábamos en la carnicería una vez finalizó el sucedo, no presentaba aspecto sospechoso ni mucho menos conflictivo. Era una mujer como cualquier otra que te cruzas a diario en la calle.
Su turno, por favor…
Eran las 11:35 de la mañana momento clave en el cual se encendió en el monitor de turnos de la carnicería el número de la mujer con el carrito de bebé y que casualmente era conocida del carnicero pues la llamó por su nombre… la joven empezó a pedir los 3 fileles de pollo, 6 chuletas de sajonia, medio kilo de carne picada y 8 corras de morcilla de León.
No había terminado de pedir casi las 8 corras de morcilla de León cuando la joven que acababa de entrar por la puerta comenzó a gritar indignadísima. «¿Pero tú de qué vas? ¿Qué pasa que te piensas que eres la única? ¡Seguro que eres como las del papel higiénico y el aceite de gitasol. Deja algo para los demás!»
Al parecer y sin que ello sirva de excusa, la mujer que gritaba, también quería morcillas de Léon y claro, aquellas tenían toda la pinta de ser las últimas…
Tortas y más tortas
El resto de los que estábamos detras de la mujer con el carrito, no dábamos crédito al enfado desmedido pero mucho menos aun, pensamos que la mujer del carrito iba a apartar a su bebé, acercarse a la señora, darle una torta en cada carrillo que puedo asegurar, sonó en toda la carnicería, y decirle un par de cosas…
El ángel o el demonio de morcilla de León
Fueron tan grandes y sonoras las tortas que todos los que estábamos allí, nos quedamos en silencio y nadie se atrevió a decir nada. No sé si por miedo o porque no había palabras. Aquello me recordó a la bofetada de Will Smith que lleva días en boca de todos.
No puedo olvidar la cara de ambas, la abofeteada que no se movía y se había quedado petrificada después de haber recibido dos bofetadas como dos jarros de agua fría, y la otra, que no se inmutaba pero tenía cara de haberse quedado agusto y relajada porque no sólo lanzó a la mujer esas dos tortas por la dichosa morcilla de León, además, acompañó su acción con » y ahora vuelves por otra porque yo compro lo que me da la real gana».
Desconoczo si yo hubiese devuelvo la torta a la señora, o si me hubiera quedado con ella como la mujer de la carnicería pero lo que no podemos negar es que últimamente nos estamos volviendo todos un poco exagerdos y locos. Estos años de atrás nos han cambiado por completo y sacado todo lo negativo, y se nos ha olvidado el diálogo y la empatía. Hemos perdido la paciencia y la calma, gritamos y nos exitamos por nada o por poco. Tal vez porque hemos perdido los besos, los abrazos, las reuniones, el cariño… no lo sé pero algo ha cambiado en la sociedad y este tipo de hechos así lo demuestran. Y no hablo sólo de la mujer que agrede, lo digo también por la que grita en vez de, acercarse y decir » Le importaría dejarme una corra por favor?. Bueno, es sólo mi opinió.
Este es un artículo de opinión recibido por uno de los seguidores de Digital de León por lo que no nos hacemos cargo de las opiniones vertidas pero rogamos sean siempre desde el respeto.