Contra todo pronostico, la pequeña Lilibet Diana ha separado aún mas a sus padres de la Reina de Inglaterra y la Casa Real
El nacimiento de un bebé siempre es motivo de celebración. El alto al fuego que ha llevado a cabo la realeza inglesa durante estos últimos meses parecía ser la esperada calma tras la tormenta. Sin embargo, la elección del nombre de la hija del príncipe Harry y Meghan Markel ha vuelta a poner a la familia real en el punto de mira.
Tras las declaraciones de Meghan y Harry en el especial de la BBC presentado por Oprah Winfrey, la casa real se distanció del matrimonio. Sin embargo, la pareja se encargó de especificar que seguían manteniendo contacto con la Reina. En su afán de recalcar esta relación, afirmaron que Isabel II fue la primera persona en conocer el embarazo de Markel, y que tras su nacimiento realizaron una videollamada para que la bisabuela pudiera conocer a la criatura.
Una falsa calma en la Casa Real Británica
Todo parecía indicar que la reconciliación estaba viento en popa. Desde las felicitaciones públicas por parte de los miembros de la casa real hasta la elección del nombre de la pequeña por parte de los padres. Sin embargo, nada mas lejos de la realidad, siendo precisamente este último motivo el detonante de la nueva polémica.
Harry y Meghan se apresuraron a explicar por medio de un comunicado los motivos de la elección del nombre de su hija. En primer lugar, decidieron llamarla Lilibet, diminutivo con el que llaman a la Reina Isabel II sus allegados mas cercanos. Su segundo nombre es claramente un tributo a la madre de Harry de Sussex, la princesa de Gales.
¿Acercamiento o peloteo?
Lo que mas ha chocado no solo a la familia real, sino al país británico es la elección del primer nombre. Los expertos reales ya han dado a conocer sus teorías acerca de esta elección. Algunos lo ven como un intento de acercar posturas. Sin embargos, otros critican duramente a los padres ya que no entienden la elección después de quejarse amargamente de cómo habían sido tratados por la Casa Real. Y parece, según las últimas noticias, que el nombre de Lilibet Diana va a seguir siendo carne de titular, a juzgar por la última polémica suscitada desde Buckingham.
Una fuente de palacio aseguraba este mismo miércoles, que la monarca no había dado su autorización expresa para llamar a la pequeña con el apodo con el que se le había nombrado a ella desde que era una niña. Todo esto ocurre cinco días después de su nacimiento atendiendo a una serie de especulaciones que se hicieron llegar a un corresponsal de la BBC.
El matrimonio desmiente
La respuesta de Meghan y Harry no tardo en llegar. Uno de esos amigos periodistas que hacen de portavoces no oficiales de la pareja confirmaba que sí le habían pedido permiso. Y no solo eso, sino que Isabel II había sido la primera persona a la que habían informado y había podido conocer a su bisnieta a través de una videollamada. «Si no hubiese apoyado la decisión, no hubiera usado el nombre», ha asegurado el príncipe.
Harry no se ha tomado en broma este asunto y ha acusado a la cadena televisiva de tomar medidas legales contra ella a menos que rectifiquen públicamente. Tal cabreo no nos sorprende después de que saliera a la luz la investigación sobre la entrevista de Lady Di y cómo fue engañada para que la concediera.
Joaquín Sánchez Rodríguez