Este pueblo de Omaña lucha contra la despoblación, y por revivir un pasado, que fue mejor. En Lago de Omaña no había tierras sin cultivar, pero sí mucha gente trabajando para ganarse el pan de cada día. Se plantaban patatas, y sobre todo cereales, puesto que no necesitaban un riego intenso en las enormes eras. El centeno , además del trigo y la avena eran fundamentales para la economía de este pueblo de la comarca de Omaña. Pero no podemos olvidarnos del ganado, que proveía de alimento a los Omañeses.
Las patatas cocidas con leche eran un manjar que calentaba la barriga y alimentaba los cuerpos cansados después del trabajo. La economía de estas gentes estuvo basada durante mucho tiempo en el trueque, puesto que era lo más rentable. En muchas ocasiones, como en el caso de la Tía Tenderina, recibía cereales a cambio de las rentas de sus extensas tierras de cultivo. También en los pueblos aledaños cargaban su preciosa borriquita blanca con buenos serones de vino para acompañar las comidas y cenas. Y ¿porqué no? para convidar a sus vecinos en las noches de filandón.
Actualmente, esta costumbre la mantienen los habitantes que se reúnen sobre todo en verano, en la plaza del pueblo, la que hay cerca de la iglesia, dedicada a San Bartolomé. Allí se cuentan las últimas novedades los recientes vecinos Laura y Roberto, junto con Lorena y su marido Esteban. También les acompañan el servicial y joven Julio, y la vecina de fin de semana Miriam, que encuentra en este lugar la calma que necesita. Pero ellos son solo una parte de los vecinos que han decidido que regresar a sus raíces es algo necesario y beneficioso para ellos. También tienen a la siempre sonriente Estefanía, que está preparada para charlar un rato de los temas que se te puedan ocurrir.
¿Qué tiene Lago, este pueblo de Omaña que nos encanta?
Pues es una respuesta muy fácil para alguien que lo ha vivido en primera persona. Lo primero, el agua de sus fuentes, que es medicinal para todo el que la bebe. También su aire, que es tan puro que perdura en los pulmones de quien lo respira por una temporada. No podemos olvidar el sol, que en ocasiones nos puede llegar a castigar con su intensidad. También tiene unos lugares para poder pasear e interiorizar en tus pensamientos más profundos, rodeados de calma y naturaleza. Pero también te puedes acercar al río para admirar el molino, que sigue día a día esperando que alguien decida volver a hacerlo funcionar. Y tumbarte en las noches estrelladas a admirar la vía láctea en silencio.
Ahora bien, si quieres conocer más bondades y a la gente de este precioso pueblo, solo tienes que pasarte a conocerlo. Quién sabe si decides ser uno de los nuevos habitantes de este reino de las montañas Omañesas tan poco conocidas. ¿Sabes que puedes dormir en la gloria? pues sí, has leído bien, en la gloria. Pues en muchas casas aún las tienen, y como nos contaba hace unos meses Concha, a sus 84 años cumplidos. Recordaba cómo en los días de invierno su padre les contaba historias en la gloria, y aún disfrutaba durmiendo en ella.
También este pueblo de León, como muchos otros, vio nacer a muchos emigrantes. Ahora los descendientes de Lago de Omaña están viviendo sobre todo en países como Méjico, aunque con ganas de volver a sus orígenes. La despoblación se ha cebado con estos pequeños rincones, que luchan por no quedarse en el olvido.
*Los nombres de estos protagonistas son ficticios, para no herir la sensibilidad de los mismos.