Entró en mi casa para ver hasta donde llegaba la manguera.
Una vecina de una céntrica calle de León, concretamente una confluencia de la avenida Ordoño II, nos hace llegar la peculiar situación en la que se vio envuelta en la mañana de ayer.
Carmen, de 26 años, acaba de mudarse a León. Tras tener que aplazar su desplazamiento del pueblo a León en varias ocasiones por motivos de la pandemia, al fin puede disfrutar de su ansiada independencia.
La joven nos cuenta que el lunes llegó a su nueva casa, aunque sin apenas muebles, en la nueva vivienda no podía caber más ilusión.
Tras pasar su primera noche: «regulín regulán, acostumbrada a la tranquilidad del pueblo…me levanté para ir colocando mis cosas».
Carmen nos cuenta que entre otros quehaceres de colocar sus enseres, también esperaba la visita de el apuesto chico que venía a rellenar el depósito de gasoil de la vivienda. Después de las mil peripecias para subir la manguera al segundo sin ascensor, por fin se pudo acceder al depósito.
«No sé como del susto que tenía le pude hasta hablar bien»
«Yo estaba tranquilamente a mis cosas ya que tarda un rato en llenarse el depósito, colocando mi ropa, cuando vi una sombra por el pasillo, y pensé que sería el muchacho de los gasóleos».
Carmen oyó toser mientras seguía emocionada llenando su nuevo vestidor, cuando se asomó a la ventana y observó que el muchacho estaba en la calle, junto al camión y hablando por el móvil.
«A todo esto, mientras veía al chico por la ventana seguía oyendo toser en mi casa, y de nuevo la sombra por el pasillo, cuando voy y salgo de la habitación y me veo allí a un tío caminando por mi casa y asomándose al salón y la cocina…»
«Yo no sé como del susto que tenía le pude hasta hablar bien….». «Oiga quería algo?».
«Y va el tío con todo su papo y me dice que no, que no quiere nada».
Entonces fue cuando Carmen le preguntó: «y que hace entrando en mi casa?». «Nada a ver… hasta donde llega la manguera», respondió el.
«A ver ¿el qué hombre?. A ver, al cine señor!!». Todo esto ocurre, según Carmen, mientras el susodicho recorría todo el pasillo de la casa pisando la manguera del gasoil. «Le dije que por favor saliera, que no tenía nada que ver y va el descarado y me suelta».
«Vaya manguera maneja el socio eh??»