Un hombre intenta acuchillar al asesino confeso de su hija 33 años después

En Huétor Santillán la memoria colectiva ha retrocedido hasta 1985 para aflorar el suceso que conmocionó el pueblo, va a hacer ahora 33 años. Dos de los protagonistas de aquel fatídico 25 de mayo de 1985 han regresado al primer plano de la actualidad: Juan José Fernández, un padre de corazón enturbiado por la pérdida de su hija Ana Isabel, de 4 años entonces, y su asesino, Enrique Sánchez, que pasó más de veinte años en la cárcel en pago de su crimen.

Fue un encuentro al parecer casual en pleno centro de Granada y las agencias dieron cuenta de un intento de agresión en respuesta a una tentativa de robo que solventó la Policía Local que acudió ante la alarma desatada en una zona concurrida de la ciudad.

Días después, se ha establecido la hilazón entre este suceso y el de 1985: no hubo intento de robo y la represalia se abre paso como el móvil más probable, según una información del diario ‘Ideal’ que añade otros dos episodios en los que Juan José habría intentado sumar justicia a los 40 años de condena que el juez impuso a Enrique. Un intento de atropello y un par de bofetadas en un bar en el que coincidieron.

La desaparición de Ana Isabel guarda semejanza con la reciente pérdida del niño Gabriel, en Almería. En un tiempo con una sola televisión y sin internet, también en Huétor Santillán se organizaron batidas para la búsqueda de la pequeña. En el operativo que se montó el domingo de mayo posterior a la falta de la niña participó todo el pueblo. Entre otros, Enrique, su asesino.

Finalmente, el cadáver de la niña apareció días después en el fondo de un pozo. Esa misma tarde la Guardia Civil había identificado al asesino en el entorno familiar de la víctima, que llevaba precisamente los dos apellidos de este último episodio de la historia: Fernández, de padre, y Sánchez, por parte de la madre, de la que era primo del detenido.

La instrucción y el juicio revelaron detalles aun más sórdidos al crimen. Enrique había alejado a la niña del pueblo bajo promesa de golosinas. La llevó a un cortijo abandonado y trató de forzarla.

No consumó la violación, pero por miedo a que la pequeña contase los hechos a sus padres acabó por arrojarla a un pozo, que tapó a continuación. Ana Isabel, así, murió ahogada.

Juan José tenía entonces 37 años y Enrique, 21. El primero ha quedado en libertad y el Juzgado de Instrucción número 9 de Granada, en el que han recaído las diligencias, tomará declaración a varios testigos para aclarar la agresión.

Maria Ortiz

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