15 años, sin amigos y con una vida estricta, así era el raro que acabó matando a su madre catequista
Aún nadie llega a comprender como dos niños de 13 y 15 años han sido capaces de matar a su madre, fingir un secuestro y comerse una palmera como si nada hubiera pasado. El crimen de Castro Urdiales quizá esconda una intrahistoria que nunca se llegue a comprender del todo. En el pueblo el mayor de los hermanos era considerado como «el raro de la clase», no tenía móvil y apenas amigos. Sus compañeros de clase recuerdan que una vez acusó a sus padres de maltrato, ellos vieron los moratones.
Un día después del hallazgo de una mujer amordazada y maniatada en su coche y la posterior detención de sus hijos menores todo son rumores. Silvia, de 48 años, catequista y celadora en el hospital de Cruces, era una persona querida en su entorno. Hace años adoptó a dos niños rusos, unos hijos que acabaron con ella.
Según la declaración del hijo mayor, que ha reconocido haber matado a su madre, deja un entorno terrorífico. El menor ha afirmado que sus padres les pegaban, habitualmente y con más fiereza. Han afirmado que el maltrato era psicológico con frases tales como : «no vales nada» o «si lo sé no te adopto». Los niños fueron adoptados cuando tenían 4 y 2 años.
La vida de los pequeños pasó de ser un infierno en Rusia a tener un férreo control en España, según los niños. No les dejaban tener amigos, el niño dice que su madre les golpeaba con una zapatilla. Los compañeros de clase recuerdan que el mayor de los hermanos dijo en el colegio que sus padres le maltrataban, enseñó moratones. El mayor tenía una excelente expediente académico, hasta este año que empezó a suspender.
Todo apunta que el detonante fue un suspenso y una bronca. La madre empezó a gritarle e insultarle, afirma que su madre le llegó a golpear contra la nevera. Su hermano intentó ayudarle e hizo caer a su madre. En ese momento él cogió un cuchillo de la encimera y acuchilló a su madre, primero en el cuello y luego le clavó hasta 20 puñaladas.
Ya con su madre fallecida entre los dos la bajaron al coche, dos pisos. Antes la desnudaron e intentaron que dejara de dejar sangre poniéndole bolsas en la cabeza. Arrancaron el coche, con el cuerpo de su madre en el asiento de atrás, empotraron el coche y no lograron deshacerse del cuerpo.
Regresaron a casa y cogieron algo de comida y ropa, dinero y el móvil de su madre (ellos no tenían). Entonces llamaron a su abuela para montar una coartada de secuestro. Ella dio la voz de alerta, aviso a su marido y al esposo de la víctima. Los tres fueron al cuartel y después fueron a casa al llegar encontraron sangre y el cadáver de la mujer en el garaje Entonces empezaron a sospechar de los niños. Los niños mientras tanto deambularon por el pueblo y se tomaron un colacao con una palmera.
Al final los localizaron y los detuvieron. Ambos contaron su horrible verdad, la historia de un crimen