De la enfermería de la cárcel de Mansilla de las Mulas, donde estuvo tres días aquejado de una crisis diabética complicada con gripe, a la celda, y de esa jaula, a la caja de pino.
Según publica en su edición digital La Nueva España, así fue la muerte del asturiano Alfredo Gabarri Jiménez, de 36 años, padre de dos niños, murió solo en el presidio leonés pocos minutos después de que España entera comiese las uvas de Fin de Año; a la una de la madrugada del pasado día 1, según el certificado de defunción.
Lo que no consta de forma clara en ese certificado es la razón de la muerte del preso: «Muerte súbita sin especificar», dice el documento oficial entregado a la familia, que anuncia acciones judiciales para aclarar tanto las circunstancias del fallecimiento de Gabarri Jiménez como para depurar las oportunas responsabilidades de lo que, a su juicio, parece «una dejación de funciones en la custodia de un preso».
El abogado que llevará el caso, miembro del despacho jurídico ovetense Hernando y Asociados, ve muchas lagunas en todo lo que rodea a la muerte en prisión de Alfredo Gabarri Jiménez.
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