El Senado vistió ayer sus mejores galas para conmemorar el Centenario de los Parques Nacionales de Picos de Europa y de Ordesa-Monte Perdido, declarados también Reserva de la Biosfera por la Unesco.
El 8 de septiembre de 1918, Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia inauguraron el Parque de la Montaña de Covadonga, y ayer su bisnieto Felipe VI acudió a la Cámara Alta para recordar aquel momento histórico: «Conmemoramos cien años de Historia de España y también celebramos muchos más de Historia Natural. La Naturaleza ha invertido aquí muchos siglos y ahora están a nuestro cuidado y disfrute. Ambos parques contienen parajes excepcionales con un valor ecológico y cultural que son el resultado de siglos y milenios de acción geológica modelados por una intervención armónica y respetuosa de sus habitantes ligados al territorio».
Además de Felipe VI, asistieron al acto, entre otros, la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, los presidentes de las comunidades autónomas de Asturias, Castilla y León y Aragón (Javier Fernández, Juan Vicente Herrera y Javier Lambán), el nuevo secretario de Estado de Medio Ambiente, el asturiano Hugo Morán, los consejeros del Gobierno asturiano Fernando Lastra y María Jesús Álvarez, y el vicepresidente del Congreso, el gijonés Ignacio Prendes.
El Rey destacó el carácter «pionero» de ambos Parques, aunque por 25 días el primero fue el entonces denominado Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, y subrayó que «representan los cimientos de la Red de Parques, que fue precursora en su tiempo y puso de relieve la protección de la Naturaleza y la obligación de gestionarla con los principios de prudencia y equilibrio garantizando así el interés general».
Tras reconocer la labor de los trabajadores y gestores de los parques, don Felipe destacó a los habitantes de los 168 municipios enclavados en los entornos de la red de parques nacionales: «Han sido y son los principales responsables de que estos excepcionales territorios hayan llegado hasta nosotros en un excelente estado de conservación».
Don Felipe abogó por extremar la protección de estos espacios: «Las amenazas para los próximos cien años se hacen cada día más evidentes, como la lucha contra los efectos del cambio climático o la proliferación de especies invasoras», precisó. El turismo masivo también preocupa al Rey, que calificó de «gran reto» la gestión de las visitas «para garantizar la compatibilidad entre conservación y uso público».
Javier Fernández, presidente de turno en 2018 del Parque de Picos, evocó la ascensión al Picu Urriellu en 1904 del pastor Gregorio Pérez «El Cainejo» y del aristócrata José Pidal y Bernaldo de Quirós, marqués de Villaviciosa y defensor de la Ley de Parques Nacionales a principios del pasado siglo a imitación de la norteamericana.
«La historia del Parque es una historia de pastores y marqueses. Desde la altura no veían lo mismo. El marqués divisaba una postal, un trozo de Naturaleza pura que había que conservar. El Cainejo veía los pasos, las laderas y las majadas». Fernández utilizó la experiencia de estos pioneros para definir la doble naturaleza del Parque: «Sin aquel marqués, sin los políticos, no tendríamos Parque, y sin los pastores no tendríamos el paisaje que protegemos».