Las vacas son violadas, explotadas, separadas de sus hijos, una y otra vez, matadas y olvidadas. Este es el movimiento que ha causado tendencia estas últimas semanas en las redes sociales.
No es la primera vez que desde el feminismo se pide un boicot contra el consumo de lácteos porque «las vacas también son mujeres». Pero esta vez ha sido una usuaria de Facebook la que ha querido mostrar las consecuencias de que las vacas «no sean violadas».
La discusión en redes sociales es fruto de lo que pasa cuando se mezclan conceptos aparentemente legítimos (la lucha por la igualdad de sexos y la defensa de los derechos de los animales), se llevan demasiado lejos y se meten en una coctelera. Dos ideas buenas en origen se convierten en un sinsentido.
Hay que tener en cuenta que todas las hembras mamíferas para poder producir leche han de convertirse en madres y la leche que se produce debe ir destinada a la alimentación del cachorro.