Tras la conferencia organizada el pasado viernes por Promonumenta, en la que Juan Carlos Campos Gómez, descubridor, investigador y mayor divulgador de los petroglifos de la provincia de León, expuso la cronología -iniciada en el año 2008- de sus descubrimientos y el valor prehistórico e histórico de los mismos, siguió la parte práctica con una visita a los petroglifos de Peñafadiel, en el término de la localidad de Filiel, a los pies del Teleno, y a los de Peña Ferrada, en Chana de Somoza.
La importancia de ambos conjuntos, especialmente del primero, donde se hallan representados los laberintos que Campos y cuantos investigadores los han estudiado consideran los más abundantes e inéditos en sus variados diseños de cuantos se conocen, diferenciándose también en que, además del clásico dibujo de siete vueltas, se conjuntan aquí otros de nueve y de diez, lo cual, hasta ahora, resulta inaudito en laberintos prehistóricos.
Lo mismo ocurre a la hora de determinar su antigüedad, un tema muy debatido entre los especialistas, aunque eminentes figuras como Antonio de la Peña y Fernando Costas, quisieron cerrar el debate situando cronológicamente los laberintos en el entorno de hace 4.000 años. Sin embargo, estos laberintos maragatos han abierto de nuevo el debate y especialistas de primera línea como Jeff Saward opinan que podría hablarse de bastantes siglos antes de los hasta ahora conocidos.
Ante el valor de estas indudables joyas del patrimonio cultural leonés, Promonumenta se pregunta cómo es posible la situación de abandono en que se hallan -la actuación de la Junta se ha limitado a colocar dos pequeños paneles informativos-, expuestos a la acción de cualquier desaprensivo, de los que hay muchos, que con una simple herramienta de mano podrían acabar en un rato con las manifestaciones del pensamiento humano de hace más de cuatro mil años.
Conservarlos en el lugar donde fueron hechos es imprescindible para su mejor admiración y comprensión, pero una adecuada cobertura dentro de un pequeño recinto que admita la visibilidad del entorno también parece igual de imprescindible. Claro que si ni siquiera han sido declarados Bien de Interés Cultural, qué cabe esperar.