Transgresora y revolucionaria en su época -como lo fue el propio Gaudí-, y sin embargo, integrada con asombrosa frescura en el entorno de la ciudad medieval de León; contradictoria, sugiere a un tiempo la fantasía nacida de una inspiración genial, y la solidez que la vincula a la actividad comercial de su origen.
El edificio de planta trapezoidal, levantado en 1892, integra con maestría el estilo neogótico con el modernista, sin dejar de lado el trazo personalísimo de Antoni Gaudí, cuya estatua en bronce cavila en un banco frente a la entrada.