La intervención psicológica de la conducta suicida es amplia y compleja. Es amplia porque abarca desde los intentos fallidos de suicidio hasta el suicidio consumado con éxito. Además, el abordaje se realiza tanto a nivel individual como familiar y/o comunitario. Y es compleja porque entra en juego el mundo emocional del psicoterapeuta, aquellos temores y culpa con frecuencia no expresados.
De entre los numerosos casos con los que se puede encontrar un psicólogo-a, es el suicidio aquel que se reconoce y se declara como el más temido. Es habitual que aparezca el miedo a perder a un paciente o cliente planteándose cuestiones como por ejemplo ¿y si se suicida mientras viene a consulta? Se siente, en un principio, una gran responsabilidad y tristeza por la muerte. También se puede dar un importante sentimiento de culpa por pensar que no pudo evitarse, bien la muerte o el intento de suicidio, surgiendo dudas de qué hacer cuando la conducta suicida se repite una y otra vez. ¿En qué se ha fallado? ¿Por qué no funciona la intervención? Es cuando la impotencia aflora pudiéndose llegar hasta la indefensión. Y a veces, también se siente vergüenza porque se han de reconocer limitaciones o bien porque se vive como un fracaso del que es mejor no hablar para evitar malestar. Dichos pensamientos y sentimientos pueden interferir en la intervención. Por eso, es preciso realizar un trabajo personal para afrontar esto de una manera adecuada. ¿Y en qué consiste ese trabajo personal del psicólogo-a? ¿Quién muestra al psicoterapeuta cómo se realiza?
El Grupo de Trabajo de Atención y Prevención de la Conducta Suicida del Colegio Oficial de Psicología de Castilla y León se plantea entre sus objetivos aclarar estas cuestiones así como mejorar la formación de los colegiados-as en esta área.
Estefanía González Arranz
Colegiada CL-2204