Hace unos días el buzón de Correos de la plaza Inmaculada de León apareció abierto de madrugada. Antes, las cintas de precintado lo recubrían, después abierto. Un extraño caso que abre varias incógnitas. ¿Llegaron las cartas que aquí se depositaron? ¿Cuál era el motivo para envolverlo de este modo? ¿Por qué su puerta estaba abierta? ¿Estamos ante un caso de profanación del buzón?
En estos tiempos que corren en los que la privacidad es un valor en alza pensar que las cartas, misivas y envíos que hubieran en este buzón están en manos ajenas y extrañas… pues da que pensar. Pero aquí se abre otra cuestión, ¿quién puede tener interés en abrir un buzón de Correos? Quizá alguien envió una carta comprometida y en el último momento se arrepintió.
Puede que un hombre decidiera presentar la renuncia a su trabajo y después de pensarlo durante horas al echar la carta en el buzón su «Pepito Grillo» le dijo que no lo hiciera. Y ‘upss’, demasiado tarde, la carta ya está en el buzón. La única solución era abrir el buzón y rescatar la misiva de la renuncia.
O quizá una mujer, después de años de amor secreto, decidió confesar a su amada su amor por ella. Una confesión manuscrita y detallada en la que la mujer exponía sus verdaderos sentimientos ante la obligación de maridos e hijos. Y justo entonces, en el momento en el que la carta cayó dentro del buzón se arrepintió al recibir una llamada de su hija. ¿Cómo solucionarlo? ¿Sería abrir el buzón la solución más fácil?
Tesoros ocultos en el buzón de Correos
Teorías aparte, la cuestión es que este buzón que da el punto amarillo a esta céntrica plaza tan pronto está todo precinto como aparece abierto de madrugada. Esperemos que haya sido algo puntual y no sea un tema reiterativo o de falta de seguridad ante la privacidad de nuestras cartas y misivas, íntimas, profesionales, facturas…
Mientras tanto, la imaginación puede echar a volar ante estas imágenes y pensar el motivo por el que se profanó el buzón.