Los vecinos de la calle Santisteban y Osorio hacen un llamamiento a su derecho a poder descansar
Los vecinos de la céntrica calle Santisteban y Osorio de León llevan años sin poder descansar los fines de semana. Cada viernes y sábado, la calle se convierte en un pintoresco escenario hasta las 5 o 6 de la mañana donde nadie querría vivir. «Antes de la pandemia ya estaban así», relata el Presidente de una de las comunidades de vecinos implicadas a Digital de León refiriéndose a los dos locales problemáticos.
Las peleas, los gritos e incluso contenedores quemados se han convertido en algo normal en esta céntrica calle. El Presidente cuenta como muchos vecinos se han ido de los edificios y otros están intentando vender el piso porque no se puede vivir así.
Por un lado, la música de los locales está tan alta que llega hasta las casas. Los afortunados que viven en un quinto no la escuchan, pero los del segundo se han tenido que acostumbrar a ella. Ante el volumen de música que procede de los establecimientos, los vecinos dan aviso a la Policía que ya ha intervenido los locales en diversas ocasiones, según afirma el Presidente. La Policía, que ya sabe perfectamente lo que sucede en esta calle después de años llamándolos, ha tramitado ya diversas denuncias a los propietarios por no cumplir con las condiciones establecidas en la licencia medioambiental en cuanto al volumen de la música. De hecho, no sólo es el volumen de música, si no que no emplean el hall acústico, estipulado para evitar el excesivo ruido en la calle. La consecuencia de estas denuncias acaban en una multa y en ocasiones en un cierre temporal del local, que para desilusión de los vecinos, siempre vuelve a abrir.
Por otro lado, no sólo es la música lo que altera el descanso de los vecinos. También tienen que soportar peleas, alaridos, cristales y botellas en el suelo; incluso sangre en la acera cuando salen de casa el día siguiente por la mañana. Algunos clientes del local, también esperan fuera en la calle con sus coches y la música puesta a todo volumen para luego salir dando acelerones por la calle.
Los vecinos, ya desesperados, solo piden que se respete su derecho a poder descansar y vivir en una calla donde se respeten las normas de civismo.