Llevaba años retirado en su encantadora casa de Småland (sur de Suecia), una vivienda sencilla en la que se había permitido un único lujo: una piscina donde antaño cerraba acuerdos comerciales con los proveedores. “No vuelo en primera clase, y los ejecutivos de las tiendas tampoco”, sentenciaba a menudo Feodor Ingvar Kamprad (Suecia, 1926). Compraba ropa de mercadillo, se alojaba en hoteles baratos y no le importaba adquirir productos a punto de caducar. El fundador de Ikea fallecía el sábado “en calma y rodeado por sus seres queridos”, según una nota de la empresa. El testamento no se ha hecho público.
Nacido en el seno de una familia pobre, con cinco años vendía cerillas, semillas y bolígrafos a sus vecinos y con solo 17 años fundó la empresa uniendo sus iniciales (I.K.), con las dos primeras letras de Elmtaryd y Agunnaryd, la granja y el pueblo donde creció. En un principio contaba con proveedores locales, y tras seis años fue capaz de lanzar su primer catálogo (1951). Autodidacta en diseño, la primera exposición de muebles la abrió en Älmhult (Suecia) en 1953 y la primera tienda, en 1958.
Austero hasta el límite («No creo que haya una sola prenda de las que me pongo que no haya sido comprada en un mercadillo de segunda mano. Eso significa que quiero dar buen ejemplo», decía), le gustaba pasear por bucólicos bosques y recomendaba a todos los empleados seguir los valores de la firma. Nunca ocultó, como recuerda el New York Times, su afición al alcohol, que decía tener controlada con tratamientos depurativos varias veces al año.
Su política de ahorro de costes, más allá de los buenos precios, descansó en el automontaje de muebles y los paquetes planos, que son un concepto clave del grupo. El empresario logró una red de 350 tiendas en 29 países con ventas de 36.300 millones e imprimió unos valores que recomienda compartir a sus 190.000 trabajadores. En 1986 dejó la dirección de Ikea para seguir como asesor y en 2013 anunció su decisión de abandonar el consejo de administración, que dejó en manos de uno de sus tres hijos, Mathias. Los otros dos cuentan con responsabilidades específicas en el grupo. Dos años antes había muerto su segunda mujer, Margaretha Sennert, con la que se casó en 1963. Su única visita pública a España fue en 2006, cuando tenía 80 años. Los que estuvieron con él recuerdan que apareció en una de las tiendas a las 5:45 h. de la madrugada para hablar con los camioneros que descargaban material. No se retiró hasta pasadas las cinco de la tarde y durante toda esa jornada lo vieron sentarse solo dos veces.