Europa no puede perder más tiempo. En teoría, Merkel está esperando a que sus potenciales socios de gobierno, los socialdemócratas del SPD, se sometan este domingo a una nueva sesión de diván psicoanalítico para aclarar, por fin, sin están dispuestos a negociar con ella o no sobre la base de un preacuerdo que establece un sólido apoyo alemán a la reforma europea que ha propuesto Macron.
Pero la canciller alemana prefiere ir avanzando por su cuenta y por eso esta tarde vuela a París para entrevistarse con el jefe de gobierno francés y comenzar a amasar esa reforma. Nada de lo que acuerden podrá hacerse público hasta que Merkel vuelva a ser investida canciller alemana, pero sí podrán hablar en público de otra reforma con la que dar la impresión de que Europa sigue en activo: quieren regular el bitcoin.
Hasta ahora, las autoridades se han mantenido al margen del desarrollo de las criptomonedas, primero sin tomarlas demasiado en serio y después con preocupación por un mercado que supera los 500.000 millones de dólares de capitalización. En todo el mundo, se han emitido ya cerca de 1.500 «tokens», códigos digitales de propiedad, y todo esto sucede sin que las autoridades monetarias se hayan sentido aludidas. Hasta finales de 2017, el BCE no había expresado preocupación. Fue Yves Mersch, miembro del comité ejecutivo quien tiró la primera piedra y admitió que el bitcoin «podría crear un riesgo para la estabilidad financiera».
En una entrevista con el diario alemán Boersen Zeitung, Mersch advertía de que «vivimos una euforia especulativa que puede crear preocupación» y animaba a los supervisores bancarios a considerar los riesgos que supone que los bancos inviertan en esta criptomoneda. «Cuando infraestructuras del mercado financiero como bolsas de valores entran en este negocio, se plantea un riesgo para la estabilidad financiera», dijo Mersch, que es responsable en el BCE del dinero en efectivo y de pagos. Esta alerta ha sido suficiente para que Alemania haya decidido tomar cartas en el asunto, pero si algo está claro en Berlín es que cualquier tipo de regulación tiene que contemplarse desde la perspectiva global.
“La regulación efectiva de las criptomonedas solo será posible a través de la mayor cooperación internacional posible, porque el poder regulador de los Estados nacionales es obviamente limitado ante esta nueva realidad”, ha reconocido Joachim Wuermeling, miembro de la junta directiva del Bundesbank alemán, sugiriendo que regular el bitcin se parece bastante a intentar poner puertas al campo.
La expresión cooperación internacional, en alemán, en todo caso, empieza por Francia, de modo que el ministro de Finanzas Peter Altmeier ya ha mantenido una primera reunión con su homólogo francés, Bruno Le Maire, para comenzar a elaborar propuestas conjuntas que Merkel y Macron deben valorar juntos esta tarde y que estarán listas para la próxima reunión del Grupo de los 20 en marzo en Argentina. Altmaier ha subrayado que “hay unaresponsabilidad ante los ciudadanos para reducir los riesgos a través de una regulación”, pero regular esa realidad virtual supone un reto inédito para las instituciones.
Algunos expertos sugieren que no es que sea un reto, sino que directamente es imposible, por lo que debería abordarse, no una extensión por analogía de la legislación vigente para otras monedas, buscando aplicarla al bitcoin, sino establecer un régimen de cooperación entre las diversas agencias para promover la comunicación cruzada, pensar más globalmente en la gama de sus posibilidades de uso y aceptar las características únicas de dicha moneda.
No olvidemos que se trata de una moneda desnacionalizada, sobre las que no están claras las competencias legales de las autoridades monetarias y que no es generada por un Estado, como las divisas convencionales, ni por una agencia multilateral, como ocurre con los Derechos Especiales de Giro que emite el FMI. Por ello, es difícil determinar quién podría establecer la regulación para una moneda virtual que circula en la red global, y más aún quién podría asegurar la aplicación efectiva de dicha regulación.
Además de comenzar a concretar propuestas sobre estas bases, Merkel y Macron comenzarán hoy a concretar sobre las propuestas que harán en los próximos para la reforma de la Eurozona, que incluyen ideas para completar la unión bancaria europea y el mercado común de capitales.
Berlín y París también quieren hacer propuestas para una equiparación en el ámbito impositivo. “Debemos actuar ahora”, ha presurado Le Maire. Por su parte, Altmaier se ha mostrado confiado en el calendario y abierto a acuerdos, por ejemplo sobre el régimen impositivo para los gigantes de Internet y dónde obligarles a pagar sus impuestos. Antes de viajar a París, sin embargo, Merkel ha puesto un freno a su apoyo a la reforma, un freno que afecta muy especialmente a la creación de un ministro de Finanzas europeo.
Durante la rueda de prensa que ha ofrecido esta semana junto al nuevo jefe de gobierno de Austria, Sebatian Kurz, Merkel mostró sus reticencias a la creación de este puesto. “Primero tendríamos que establecer sus tareas, tenemos que aclarar qué competencias tendría y si esas competencias no están siendo ya asumidas.
Solo después podríamos hablar sobre si es necesario o no crear ese nuevo cargo”, dijo Merkel, que sin embargo sí se ha comprometido en el preacuerdo de negociación con los socialdemócratas a una mayor aportación financiera para Europa por parte de Alemania, aunque con matices. Precisamente en su entrevista con Kurz admitió que Alemania no tomará esa decisión por su cuenta sino que pactará con el resto de los contribuyentes netos de la UE un posible aumento de las contribuciones, siempre con la vista puesta en lograr “un presupuesto europeo más eficiente y ahorrador”.