Una vecina de León quiere hacer pública una situación de posible maltrato animal a plena luz del día.
La mujer cuenta que en su paseo diario por la Calle Agustín Alfageme, escuchó cómo del interior de una vivienda salían aullidos de un perro que parecía pequeño.
Además cuenta, que a pesar de los sonidos que salían por la ventana, siguió su paseo pensando, «quizás el perro había hecho alguna travesura y le estaban regañando».
Sin embargo, pasados 20 minutos, de regreso a su casa y pasando por la citada calle se percató que la ventana seguía abierta y los quejidos del perro eran mucho más angustiosos.
«Ese perrín no ladraba por enfado sino, ni por atacar, ladraba de angustia y miedo»
La mujer, convencida de que no se trataba de ninguna travesura del animal, decidió quedarse en las inmediaciones de la calle y, pasados unos minutos observó lo que nadie quisiera ver.
Vio como una persona del interior de la vivienda se asomaba con el perro en las manos y lo dejaba en el alféizar.
A continuación, cerró la ventana dejándolo encajado y sin espacio para moverse entre el cristal y las verjas protectoras de hierro.
La vecina de 87 años, ante tal imagen, decidió acercarse al perro, temerosa de que la vieran desde el interior, pero vio algo aún peor.
El perro tenía sangre en el hocico, y según relata, no dejaba de temblar conforme se aproximaba. A pesar de ello, decidió darle un trozo de pan.
Al ver esto, el animal pareció mostrar algo de confianza: «pero cuando abrió la boca para coger el trozo de pan, vi que la sangre provenía del interior de su boca».