Las hachas estaban al alcance de todo el mundo a la hora de la salida del colegio
En algunas ocasiones la realidad supera la ficción y la trama del día a día es más ‘retorcida’ que cualquier culebrón televisivo. En estos tiempos que corren en los que la salud mental cobra gran protagonismo ya que existe un aumento de los casos extremos de violencia es más que recomendable no tentar la suerte. Este martes la noticia de un hombre que ha decapitado a su padre y lanzado la cabeza a los coches que ha atacado con hachas está conmocionando el país, con un hacha atacando coches. Y es que el mundo está lleno de desesquilibrados.
Pues ayer mismo, en pleno centro de León en la Avenida Gran Vía de San Marcos frente al colegio Carmelitas unas hachas de carnicero en la vía pública. Las herramientas de carnicero -y otra serie de objetos- estaban abandonados junto a uno de los contenedores de la acera. A vista de todos y con el consecuente riesgo de que algún descerebrado aprovechara a coger el arma o que algún niño jugando -con padres despistados- cogiera el peligroso objeto.
La suerte acompañó que no ocurrió ninguna desgracia pero en estos tiempos no siempre es así. No es de locos imaginar algún vecino irritado corriendo con un hacha por la calle o algún conductor desesperado que en mitad de su periplo para aparcar -cada vez hay menos plazas en el centro- viera el hacha de carnicero y decidiera tomarse la justicia del aparcamiento por su cuenta.
Y mientras pensamos que hubo suerte y que las hachas pasaron ‘inadvertidas’ para los más desequilibrados o aquellas víctimas de una furia pasajera da que pensar el motivo de que estas hachas estuvieran en este lugar. Quizá una limpieza exhaustiva de una vivienda en la que hasta los cuchillos y hachas de carnicero acabaron en la basura sin muy buen tino o fuera fruto del despiste de algún carnicero que llevó afilar el hacha y lo perdió por Gran Vía.
Mil historias surgen a la mente y ciertamente algunos sucesos desgraciados que habían podido suceder pero que la suerte de León evitó. Por último, un recuerdo a ‘carniceros’ la próxima vez las hachas cuando se desechen en lugar seguro, lejos de colegios vías de alto tránsito.