REPORTAJE DE LA SENDA DEL HAYEDO | ARTICULO PERSONAL | ALEJANDRO DÍEZ GONZÁLEZ
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Hace más de 100 años que Don Antonio Valbuena, leonés y montañés de profesión nacido en el desaparecido pueblo de Pedrosa del Rey, recitara en la sociedad geográfica de Madrid en 1893 un completo y profundo estudio sobre “el origen del río Esla”, sus fuentes y su hidrología. Toda una obra de colección que se plasmó en papel en 1901 y es, hasta el momento, el estudio más importante emprendido sobre las ocultas o intencionadas fuentes del río más largo de España que no desemboca en el mar: El Esla.
Y es que la región leonesa es cuna y tierra de grandes masas fluviales. En nuestras montañas nacen ríos que si no fuera por ellos, algunos de los denominados “grandes ríos españoles” como son el Miño y el Duero, apenas llegarían con la mitad de agua con la que llegan cuando donan sus aguas al Atlántico.
Y es que el Sil por el oeste y el Esla por el Este, forman un cinturón donde brota todo lo leonés. Dos corrientes de aguas que a decir de los paisanos que lo habitan, llevan más agua que los ríos a donde “donan” sus aguas. El Sil lleva el agua y el Miño la fama, dicen por El Bierzo, y no les falta razón.
Y el Esla, el río al que va dedicado este pequeño post, es, como he dicho antes, el río más largo que no desemboca en el mar, sino al Duero, que no es río menor, pero que se hace río grande y entra en Portugal formando los Arribes del Duero por la innegable aportación de agua del Esla, nuestro Esla, ese que se gesta en miles de arroyos en los hayedos de Riaño y que emprende un viaje de 287 kms hasta la confines de la provincia de Zamora, donde, con incluso más caudal que el Duero, pierde para siempre su nombre tras haber recogido multitud de ríos como el Órbigo, el Porma, el Tera, el Cea o el Bernesga, todo un titán fluvial.
Astura
Es el padre Esla, el río que dió nombre a León antes de llamarse León y que aún lo sigue dando a la región hermana de Asturias.
Porque cuando hablamos del río Esla hemos de saber que casi (según varios estudios históricos realizados) con toda seguridad estamos hablando del río Astura, nombre con el que los romanos lo identificaron, pues en sus márgenes y más allá de él habitaban las tribus astures, uno de los pueblos prerromanos que más tardó el ejercito romano en “someter”.
El cronista romano Floro, traducido por el historiador leonés Eutimio Martino, así lo relata en sus crónicas sobre la batalla de Lancia:
“Los astures descendieron por aquel tiempo de sus montañas nevadas con un enorme ejército. No parecía ser un ataque temerariamente emprendido, como propio de bárbaro, sino que, habiendo puesto los campamentos junto al río Astura…”
Es por tanto el Esla, ese Astura de los Astures, y así se ha constatado en varios documentos medievales donde aparece citado este caudaloso río como Astura, Istula o Estla. Aunque si bien hay que apuntar que otros estudios apuntan la localización del Astura en otros lugares de la región, cercanos a Astorga y al Órbigo. También habría que recoger aquí el topónimo de Astuera localizado en el concejo de Colunga, en Asturias.
Al mismo tiempo reflejar que aunque el Esla sea el viejo Astura, en la comarca de Riaño, que es donde se centra esta minúscula investigación, no habitaron los astures sino los cántabros, pueblo hermano que ocupó estas altas cuencas así como las del Porma y muy presumiblemente las del Curueño. La frontera entre astures y cántabros aún sigue estando hoy muy discutida entre los historiadores prerromanos.
Otro dato más cercano en el tiempo y que refleja también la importancia histórica para el conjunto del pueblo leonés que tienen estas aguas cristalinas es la denominación napoleónica que creó el gobernador Jose I Bonaparte para España, organizando las tradicionales regiones en prefecturas o departamentos, siendo la correspondiente al Reino de León la prefectura de Astorga o del ESLA.
Un río en definitiva lleno de historia y geografía, un gigante de la orografía leonesa que junto al Sil han sido capaces de aglutinar en su cauce el resto de las aguas leonesas, que no son pocas, a excepción del Dobra, el Cares, el Sella y los arroyos de Balouta y Suarbol, vertientes todos estos al mar o a otros ríos cantábricos.
Nacimiento
Tras esta pequeña pero densa presentación, se lanza la pregunta crucial de este post:
¿Pero dónde nace el Esla?
Tan sencillo como coger un mapa cualquiera de geografía nacional o regional y ver que este río tiene sus fuentes cercanas al puerto de Tarna, en valle de Valdeburón.
¿De verdad tan sencillo?
La respuesta es NO.
No es tan sencillo determinar la fuente primigenia del río Esla cuando uno se traslada al terreno en cuestión y comprueba la existencia de dos masas fluviales que se juntan (o se juntaban) en el corazón de la comarca de Riaño, hoy bajo las aguas del embalse que parece pretender enturbiar aún más esta incógnita a la que voy a intentar arrojar un poco más de luz.
Dos valles, dos ríos, un mismo nombre: una disputa centenaria
Así podría titular la sana polémica y controvertida que se genera desde hace siglos en las márgenes de los dos ríos que gestan en Riaño el famoso Esla. Y es que los vecinos de Valdeburón por el oeste , y los equivalentes de Tierra de la Reina por el este, han proclamado y siguen proclamando actualmente que el agua que corre por debajo de sus puentes es el agua del Esla y no otro.
Dejando claro, antes de empezar esta pequeña batalla de argumentos, que el agua que vierte la presa de Riaño es el Esla sin ninguna duda así como la confluencia de ríos en el Riaño viejo daba lugar a Esla. El siguiente paso sería determinar cuál de los dos ríos lleva más caudal antes de ceder sus aguas a Riaño, o, por otro lado, determinar, a cual se le ha llamado Esla o Astura más tradicionalmente.
El Esla de Burón
En la cartografía actual y en la nomenclatura oficial de los ríos, el Esla viene a nacer cercano al Puerto de Tarna, divisoria de Asturias y León en el sector oriental de la cordillera cantábrica, muy cercano a las fuentes del Porma leonés o el Nalón asturiano, es decir, un lugar predilecto para el nacimiento de grandes ríos.
Ya sin salirnos de esta “versión oficial” no compartida ya por el paisano Don Antonio Valbuena en su libro de 1901, nos asalta la primera duda.
¿En qué parte del Puerto de Tarna nace el Esla?
Así como los asturianos lo tienen muy fácil para identificar el nacimiento del Nalón en la Fonte la Nalona, los leoneses habrán de recorrer hasta tres valles para lograr, si lo logran, dar con la fuente del Astura.
1. Si es verdad que nace en puerto de Tarna, deberíamos entonces buscar la fuente madre en el río Riosol, el cual se forja en las turberas de Tarna y Las Señales y se encamina dirección Este hacia las verdes praderas los Carbellares, donde se une otro río de cierta envergadura.
Actualmente, no podemos ver la confluencia del río que desciende de Burón con el que desciende de Vegacerneja, debido al nefasto embalse, pero si podemos apuntar que a partir de este punto, se gestaba un gran río, con un cauce con más anchura de la que deja atrás y el cual se disponía ya a entrar de manera espléndida en el valle de Riaño al pasar por Escaro, pueblo que a veces se descubre con la bajada de las aguas y donde se puede percibir el cauce del antiguo Esla así como su puente, que junto con el de Burón, es de los que más longitud tiene.
El Esla de La Reina
Abandonamos Valdeburón y su “Esla”, que también se llamó “Yuso”, curiosamente como el nombre que hoy aparece en los puentes de la otra gran subcomarca de la montaña de Riaño: Tierra de la Reina.
Dos son las fuentes de donde podría surgir este Esla que aquí buscamos:1. Llánaves de la Reina y su entorno de San Glorio y el valle del Naranco. Simplemente apuntar la gran cantidad de nieve que aquí se acumula al ser una de las zonas de la cordillera donde más nieva y también apuntar la existencia de dos topónimos semejantes a los vistos en Valdeburón: Naranco, por un lado, es el valle que se abre en Llánavez y queda al sur del pueblo cántabro-leonés de San Glorio. Naranco es un topónimo frecuente en la cordillera y se enlaza con “fuente” o surgencia de aguas.
Entonces, ¿en qué quedamos?
A primera vista parece que la balanza se posiciona al lado del Esla de Tierra de la Reina, el cual hoy se llama Yuso a pesar de la oposición vecinal que incluso pone carteles artesanos en los puentes con el nombre “Esla”.
Pero no podemos olvidar el río que se forma(ba) donde los caudales de Vegacerneja y Burón se encontraban, creando un río con caudal y cauce que podría igualar perfectamente al de Pedrosa del Rey.
Una medición exacta en ambos caudales para saber los metros cúbicos por segundo de agua que ambos ríos llevan antes del cierre de la presa hubiera facilitado bastante las cosas en esta curiosa incógnita que estoy desarrollando a modo de reflexión de un descendiente de esa tierra con el objetivo de revivir el debate en cierta manera.
Paradójicamente, el Esla de Tierra de la Reina nunca fue llamado “Yuso”, nombre frecuente en la toponimia leonesa que describe tierras bajas frente a “Suso”, que describe tierras altas. Es solo a partir de siglo diecinueve, cuando, según Antonio Valbuena, el Esla de Pedrosa comienza a llamarse Yuso por intereses de la familia Allende de Burón, lo cuales hicieron que por su pueblo pasase el Esla. No hace falta indagar mucho para comprobar las rencillas entre Antonio Valbuena y la familia Allende y por extensión, entre Pedrosa y Burón.
¿Podremos algún día saber cuál es el río que más caudal lleva o cuál es el Astura al que se refieren los textos medievales?
Sería interesante pero difícil y menos con un embalse que impide más investigación con instrumentos tecnológicos de medición.
Lo que si se puede realizar hoy en día en la Montaña de Riaño y en la Región Leonesa, a modo de sugerencia y restando importancia a este divertido acertijo del nombre de los ríos, sería recuperar la dignidad perdida en el fondo del gran embalse del Esla recuperando y dando uso al antiguo y bonito nombre de ASTURA, pues sus fuentes están en estas montañas indudablemente. Unida a la recuperación de este nombre está la del nombre legendario de Vadinia, territorio o ciudad de la tribu cántabra de los vadinienses.
Tampoco vendría mal recuperar la figura histórica de Antonio Valbuena, que tantas horas pasó pensando en el bien de su tierra, la cual hoy ya no existe, pero que si podemos hacer que exista en la memoria colectiva de una montaña que no debe morir, como tampoco renunciar a su herencia histórica.