Rafa Nadal ha dado una nueva lección en la pista. Y no solo de tenis. También de deportividad y juego limpio.
Fue en la final de Toronto, donde el domingo consiguió su título número 80 tras imponerse al griego Stefanos Tsitsipas. Poco antes del final, el mallorquín tuvo un gesto con su contricante de buena educación y deportitividad limpia.
Tsitsipas se disponía a servir cuando un espectador gritó desde la grada, desconcentrando al griego, que falló el saque. Se quejó al juez de silla, que solo se encogió de hombros. Fue entonces cuando Nadal se dirigió a él para que permitiera repetir el tiro, un gesto que mereció la ovación de la grada.