La bendita, o maldita para algunos, pelota quieta vuelve a surtir efecto. Esta vez, una falta del desesperado Luka Modric sobre el astuto Delle Alli propició la oportunidad. Y al minuto 4, con una maestría pura, Kieran Trippier la colgó del ángulo de Daniel Subasic.
Con esta jugada se destrabó el encuentro entre los ingleses y los croatas, por la segunda semifinal de la Copa del Mundo. De hecho, Harry Kane tuvo la oportunidad de aumentar la ventaja, pero el palo fue responsable de que el primer tiempo solo quedara 1-0.
No obstante, en la segunda mitad cambió la ambición de los de Zlakto Dalic y empezaron a someter a los británicos. Con intensidad, fuerza y rebeldía, se acercaron con peligro al pórtico de Johan Pickford. Un centro desde la derecha para la aparición de Iván Perisic provocó el empate al minuto 67.
Después, pusieron en zozobra a la zaga inglesa, pero no lograron convertir el 2-1 que los clasificara antes de los 90. Por eso, los croatas se van a su tercer alargue de la competencia (superaron a Dinamarca y Rusia en penales).
En el suplementario, ya con las piernas agotadas y la cabeza sin oxígeno, cayó una pelota milagrosa al área y encontró a Mario Mandzukic en posición ideal: la pierna izquierda impulsó la bocha y los sueños de los croatas, que al minuto 109 se iban a arriba.
El final fue de suspenso, pero los balcánicos aseguraron su primera participación en un final de la Copa del Mundo (se segregaron de Yugoslavia en 1991) y añoran luchar por la copa ante Francia, el próximo domingo a las 10:00 a.m. en Luzhniki (Moscú).
Los ingleses, por su parte, deberán volverse a ver la cara con Bélgica, esta vez para decidir quién es tercero en la cita. El encuentro de consolación será en San Petersburgo, el sábado a las 9:00 a.m.