“Me faltaban tres días para los catorce años cuando entre a trabajar en la mina de Casetas de Oceja, de ramplero, ayudante de picador, levantaba la pala más que yo”. Con estas palabras de Máximo Álvarez, comienza el documental “Así me hice minero”, que el Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León, con sede en Sabero (León), proyecta el próximo día 8 de agosto, a las 22:30 horas, dentro del ciclo de cine al aire libre.
El título de este ciclo hace referencia al protagonismo de los mineros en estos documentales, ya que son sus testimonios los que componen el grueso de cada proyección, testimonios que proceden del archivo Memoria Oral de la Minería, que el museo está creando desde el año 2008 y que cuenta con más de trescientos de trabajadores del carbón de las cuencas de Castilla y León.
“Murió mi padre, yo tenía quince años y tuve que ir a trabajar porque no había medios”. Es otro de los testimonios recogidos en “Así me hice minero”, que quiere mostrar los motivos que llevan a trabajar en la mina, siendo muy jóvenes, incluso niños.
A lo largo de los cincuenta minutos que dura el documental, cuarenta y un mineros, van desgranando las diferentes historias que les llevaron a la mina y cuáles fueron las primeras tareas que tuvieron que desempeñar en ella, en el inicio de una larga vida laboral para muchos de ellos, ligada al carbón.
“Cuatro amigos de Galicia nos juntamos y dijimos “hay que cambiar de vida” y nos vinimos a Sabero”. Así abre Luciano el apartado dedicado a los emigrantes, que, llegados desde Galicia, Portugal, Zamora, Extremadura, Andalucía, Marruecos, etc. llenaron las cuencas mineras de una diversidad social y cultural hasta la fecha desconocida y que las enriqueció mucho más que lo hizo el carbón. Llegaban apenas con lo puesto, pero con unas ganas tremendas de trabajar y huir de la miseria que en las primeras décadas del siglo XX asolaba amplias zonas del país.
Sin duda la palabra que más se repite en “Así me hice minero” es “pinche”. Esta era la categoría con la que la mayoría entraba a trabajar, y el testimonio de Laudelino resume las tareas que estos pinches hacían en la plaza exterior del Pozo Herrera, “lo que te mandaban, traer botijos de agua, prender las calefacciones, limpiar los vagones de carbón, y todo ello por 29 pesetas diarias”.
Esta actividad puesta en marcha por la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León podrá verse el día 8 de agosto, a las 22:30 horas, con entrada libre hasta completar aforo.