Resulta curioso observar cómo los medios de comunicación se asoman al aniversario del crimen de Isabel Carrasco. Cada uno de ellos lo hace desde la perspectiva que anima su condición de servil a una ideología concreta. Basta con leerlos para darse cuenta de las distintas versiones políticas sobre un mismo hecho.
En realidad, se trata de versiones “institucionales”, muy alejadas de lo que la gente normal piensa al respecto, porque esa gente normal tenía su idea de quién y cómo era Isabel Carrasco y también adquirió la idea de quiénes y cómo eran las autoras del crimen a través del proceso judicial y, sobre todo, del resultado de éste.
Sobre la consideración social de quién y cómo era Isabel Carrasco poco hay que explicar a los lectores, pues cada uno de ellos tiene su posición al respecto. Unos la veían como déspota, dominadora e intransigente. Otros como una gran trabajadora y, otros, la mayoría, pasaban olímpicamente de su persona y de su cargo en la medida que toda la clase política, y ella misma, viven alejados del ciudadano.
Y es por ello que, producido el crimen, los que la consideraban una “Reina del Palacio de los Guzmanes”, se apresuraron a volcar su inquina sobre el acontecimiento, llegando incluso a “justificar” el hecho sin conocer siquiera las causas reales del mismo. Los que la veían como una gran trabajadora juzgaron el crimen como lo que era, un asesinato por la espalda. Y el resto se apuntó, ante la magnitud de la noticia, a la versión que más se acomodaba a su estructura moral. Como siempre.
Al cabo de cuatro años y un proceso judicial, con el cuidado que impone cualquier opinión sobre la cuestión, hay una mujer asesinada, tres mujeres en prisión, cada una con su grado de autoría, y una verdad indescifrable que el propio proceso no ha podido aclarar: ¿Por qué? ¿Cómo se puede llegar a este grado de inquina personal que puede empujar a una persona a matar a otra?
El crimen es siempre despreciable y el criminal nunca gana. Sólo nos falta conocer la verdad. No intenten encontrarla en este aniversario.
¿Cuál es tu opinión?