Ana Franco es el paradigma de la gestión Municipal del PP en el Ayuntamiento de León. Sigue la teoría de D. Tancredo, si no se mueve, si no hace nada, no tiene problemas.
A ella le consta que uno de los servicios que, por así decirlo, regenta, la recogida de residuos y la limpieza viaria, está regida por el terror laboral.
Ana Franco, USO y el terror laboral
Un sindicato que controla absolutamente el servicio, USO, a través de su jefe de servicios, tiene montado un tinglado laboral de premios y castigos.
Todo depende de la ubicación sindical de los trabajadores, lo cual incide en la ubicación de hecho de los trabajadores, sus destinos, sus horarios… en fin, controlan todo aquello que afecta a la plantilla sobre las bases de las filias y fobias sindicales.
Las «profesionales» decisiones del jefe del servicio
Eso sí, cualquier decisión se viste con el sacrosanto manto de “las necesidades del servicio”, que determina el jefe del servicio, carente de toda preparación organizativa.
Así, uno se encuentra con el hecho de que:
- Peones ejerzan funciones de capataces, nada menos que 7.
- Un peón contratado que ha sido nombrado también Capataz.
- Capataces y técnicos que son castigados a destinos de inferior categoría.
- O un ayudante del servicio de noche, significado mandamás de USO, que desde hace años cobra categoría y nocturnidad sin trabajar.
Sería interminable la lista de «desafueros» que se están cometiendo contra los trabajadores y contra la organización del servicio. No hay nada ni nadie en su sitio.
Y Ana… calla
Y Ana, calla, mejor, sigue instrucciones del Sindicato. Y si no lo hace, el sindicato le amenaza con una huelga. Se trata de un terror sindical que se proyecta hacia arriba y hacia abajo, creando un espacio de impunidad en el que nadie puede entrar.
La Concejala por comodidad e irresponsabilidad. El Concejal de Régimen Interior porque no se lleva bien con Ana. Y, Don Antonio porque no se entera ni quiere enterarse.
Es básica la paz y la mentira permanente, aunque ello vaya contra los derechos de los trabajadores y la calidad del servicio, por cierto, nefasta.